Es la mayor catástrofe educativa de la historia: un homicidio generacional que será imposible de recuperar. Mientras tanto, el gobierno argentino, en complicidad con los dirigentes sindicales que le paraban eternamente al gobierno anterior, decide que los alumnos no vuelvan al aula.
No es algo que se me ocurra a mí, la ONU advierte que el cierre de escuelas puede generar una “catástrofe generacional”. El secretario general de la entidad pidió a los gobiernos priorizar la reapertura de los centros educacionales. “Vivimos un momento decisivo para los niños y los jóvenes de todo el mundo. Las decisiones que los gobiernos y los asociados tomen ahora tendrán un efecto duradero en cientos de millones de jóvenes, así como en las perspectivas de desarrollo de los países durante decenios”, señaló Guterres, tras presentar un informe sobre el impacto del cierre de los centros de estudios. Además, al menos 40 millones de niños han visto interrumpida su formación “en pleno período de educación preescolar”, que es una etapa igualadora de oportunidades.
Mientras tanto, el gobierno nacional populista de Alberto Fernández ni siquiera le permite a la capital que 6000 chicos con problemas serios de conexión y en clara desigualdad educativa vayan a las escuelas para no perder tanto el año. Es verdaderamente preocupante que una enorme cantidad de alumnos, padres y docentes quieran volver a las aulas mientras los dirigentes gremiales en connivencia con el gobierno sigan diciendo que volver a las aulas implica someter a los niños y los docentes a la muerte.
Bien es sabido que los niños tienen escasa carga viral, pasan bien la enfermedad y son casi nulas las muertes de niños por coronavirus, al contrario de lo sucedido hace 10 años. Es muy difícil entender la opinión del gobierno si no es desde la lógica del parasitismo estatal y la BURROcracia agobiante. Resulta verdaderamente acuciante que el tópico que define la resolución de todos los problemas, a largo plazo, sea tan desprestigiado por el gobierno nacional y usado políticamente.
Argentina ya estaba mal en materia educativa… oh casualidad, cayendo estrepitosamente en las pruebas PISA con los mismos que están hoy en el gobierno y estuvieron entre 2003 y 2015. Preocupa que en la mayor catástrofe generacional de la historia, Argentina siga en la lógica de 200 días de encierro. Aún así, mientras el resto del mundo abre las escuelas, el gobierno chavista local decide hacer caso omiso a las opiniones de infectólogos, epidemiólogos y especialistas en educación.
La educación a distancia es necesaria y de hecho yo he escrito sobre ello, pero negarle el acceso a 6 mil niños sin educación y acusar de miserables a quienes necesitan el vínculo presencial es de un nivel tan bajo que verdaderamente asusta. La separación de la realidad por parte de los funcionarios asusta… pero no sorprende.
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