La incompatibilidad entre la libertad liberal y el materialismo

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La libertad es un pilar fundamental del liberalismo, sin ella perdería sus cimientos. Es decir, ¿cuál sería el motivo para defender una libertad que no puede existir? Para comprender su importancia, es crucial definir qué entendemos por libertad. Según el criterio de especificidad[1], que se puede entender como “si algo significa todo, no significa nada”[1] , debemos delimitar claramente este concepto para evitar ambigüedades.

La palabra “libre” proviene del latín libert, que inicialmente se refería a una persona con capacidad procreativa y, por tanto, capaz de asumir responsabilidades adultas en la comunidad. Este término también implicaba la condición de no ser sometido o esclavo, lo que se traduce, posteriormente, en estar “vacante” o “disponible” para actuar por uno mismo[2].

Notamos que la libertad abarcó dos dimensiones: la dimensión de un poder hacer (libertad positiva) y la dimensión de no limitación (libertad negativa). Esta noción nunca se perdió, dado que, siguiendo esa línea, Isaiah Berlin, en su obra “Dos conceptos de libertad”, reflejó esta dualidad: la libertad como la posibilidad de decidir (positiva) y como la ausencia de interferencia (negativa)[3].[2] 

Para el liberalismo, ambas formas de libertad son igualmente esenciales. Pensemos en las consecuencias de omitir alguna de aquellas libertades. Por un lado, si omitiéramos la libertad negativa, nos encontraríamos en una sociedad donde el gobierno o cualquier entidad externa invada arbitrariamente nuestra privacidad. Tampoco se podría expresar opiniones, practicar religiones o emprender alguna actividad económica sin la aprobación del Estado. Por otro lado, si borrásemos la libertad positiva, se podría crear una sociedad donde opere un ‘déspota ilustrado’ que otorgue muchas libertades a ciertos ciudadanos (o usuarios) ejerciendo un control no directo, sino indirecto, como si se tratase de un ‘dictador en silencio’. Además, ¿qué es la libertad para aquellos que no la pueden usar? Creer que las personas desnutridas, las analfabetas o las sin techo son más libres porque se logró reducir cierta intervención estatal es reírnos de su condición[4].

Por lo anterior, no podemos hablar, correctamente, de liberalismo[3] [4] [5]  sin considerar tanto la libertad negativa como la libertad positiva. Si realizáramos un resumen, se extraería lo siguiente: soy libre de no ser obstaculizado (libertad negativa), para (libertad positiva) realizar lo que he elegido[5].

De dicha noción se deduce que para ser libre se debe tener la posibilidad de elegir. Si alguien estuviera ‘determinado’ por agentes externos a su voluntad, no habría libertad. Aquella persona que dijera ser liberal y materialista, deberá demostrar cómo compatibilizar ambas posturas. Considero que puede tomar tres opciones: a) materialismo epifenoménico, b) materialismo emergentista y c) redefinir el concepto de libertad. En los siguientes párrafos demostraré las complicaciones subyacentes a la postura materialista para así entender su incompatibilidad con la noción de libertad del liberalismo.[6] 

El materialismo sostiene que toda la realidad es material[7]. Según esta postura, la materia es la base de toda existencia y su transformación. Esto implica que la conciencia es o un epifenómeno[7] que no afecta al cerebro o es una propiedad emergente del cerebro que sí incide en su funcionamiento. En ambos casos, el materialismo es inherentemente determinista: todas nuestras acciones son producto de procesos físicos y químicos predeterminados.

Si consideramos a la conciencia como un epifenómeno, los defensores de esta variante deben [8] [9] explicar cómo una propiedad no física, como el contenido mental de un pensamiento, puede influir sobre los átomos o neuronas del cerebro. Realmente, esta postura admite que la conciencia es una ilusión. Mientras el cuerpo actúa de forma autónoma, la conciencia sería solo una película que se reproduce. Es como el ruido de un motor: ocurre debido al funcionamiento de las piezas, pero el ruido no interviene sobre las piezas. Siguiendo esa analogía, la conciencia sería un ‘ruido neuronal’.

En cambio, la variante emergentista intenta desligar a la conciencia del determinismo sin salir del marco materialista. Admite la existencia de dos clases de propiedades distintas e irreductibles entre sí: las fisicoquímicas y las mentales. Según esta visión, cuando los elementos físicos alcanzan un cierto nivel de complejidad, la conciencia emerge como una nueva realidad irreductible a lo físico. Sin embargo, los críticos, como Galen Strawson, sostienen que apelar a una “emergencia” no explica cómo surge la propiedad mental de la física[10] [8], simplemente etiqueta el fenómeno sin profundizar en el salto de lo inconsciente a lo consciente. Por ejemplo, si observamos que sale agua de una pared y decimos ‘el agua emerge de la pared’, ciertamente no estamos explicando el motivo ni el cómo el agua sale por la pared[9].

Apreciamos que ni la postura epifenoménica ni la visión emergentista son capaces de resolver la contradicción entre la libertad liberal y el materialismo. Es el determinismo inherente al materialismo lo que dicta sentencia sobre la libertad humana, haciendo imposible la coexistencia de una libertad auténtica desde una visión materialista del mundo.

Llegado a este punto, una posible vía de escape se encontraría en la redefinición de la palabra libertad, pero presentaría los siguientes inconvenientes: 1) lidiar con la evidencia que demuestra que desde siempre se entendió la libertad desde dos dimensiones; 2) la responsabilidad moral de las acciones, dicho de otro modo, la justificación de un acto legal sobre una acción no libre, 3) el debilitamiento de ciertos derechos, como la libertad de expresión y la libertad de asociación, que presuponen la idea de que las personas son capaces de tomar decisiones autónomas y 4) las consecuencias de negar cualquiera de las dimensiones de la libertad que se trataron párrafos anteriores.

En conclusión, salvar al materialismo de esta incompatibilidad con la idea de libertad es asunto de ellos. La carga de la prueba la tiene el materialista.

Referencias

Adictos a la Filosofía. (2024, junio 30). El Materialismo NO sabe qué hacer con la Conciencia. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=NmvLBWi7iVQ

Berlin, I. (2005). Dos conceptos de libertad y otros escritos. Alianza Editorial.

Caycho Paredes, C., & Salas Paniagua, F. (2023). Razonamiento Verbal. Lumbreras.

Ferrater Mora, J. (1965). Diccionario de filosofía. Sudamericana.

Serrano Gómez, E. (2014). ¿Libertad negativa vs libertad positiva? Andamios, 11(25), 217–241. https://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S1870-00632014000200010&script=sci_abstract

Strawson, G. (2006). Realistic monism: why physicalism entails panpsychism. Journal of Consciousness Studies, 13(10–11), 3–31. https://www.sjsu.edu/people/anand.vaidya/courses/c2/s0/Realistic-Monism—Why-Physicalism-Entails-Panpsychism-Galen-Strawson.pdf


[1] Caycho Paredes, C., Salas Paniagua, F. (2023). Razonamiento Verbal. Lumbreras.

[2] Ferrater Mora, J. (1965). Diccionario de filosofía. Sudamericana.

[3] Berlin, I. (2005). Dos conceptos de libertad y otros escritos. Alianza Editorial.

[4] Ibid.

[5] Serrano Gómez, E. (2014). ¿Libertad negativa vs libertad positiva?. Andamios, 11(25), 217-241.

[6] Ferrater Mora, J. (1965). Diccionario de filosofía. Sudamericana.

[7] Se define epifenómeno como el fenómeno accesorio que acompaña al fenómeno principal y que no tiene influencia sobre él.

[8] Strawson, Galen (2006). Realistic monism: why physicalism entails panpsychism. Journal of Consciousness Studies. 13(10-11), pp. 3-31.

[9] Adictos a la Filosofía. (2024, junio 30). El Materialismo NO sabe qué hacer con la Conciencia. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=NmvLBWi7iVQ

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