La historia de la libertad individual es la historia de la aparición del individuo. Claro está que la idea de individuo existía en los griegos o en Tomás de Aquino, pero la escisión ámbito personal del mundo de los objetos es la creación de la modernidad. No explicaremos algo tan complicado en una mísera cantidad de líneas: solamente esbozaremos pinceladas de un concepto trascendente para el ideario liberal.
En efecto, con el comienzo de la filosofía, la historia del individuo y por ende de la libertad individual comienzan con los griegos. Allí, la realización del individuo era imposible si no era en la polis. El hombre era un zoom politikon, que si no vivía dentro del ámbito social era un “hombre o una bestia” en términos Aristotélicos. Así, aunque la división entre la ética personal y la política como la realización del bien en comunidad existían, no era posible encontrar un individuo como tal, poseedor de dotes naturales de realización personal más allá de los ámbitos de realización propias del Estado y la polis ideal. Esta concepción es automáticamente legada de Atenas a Roma, cosa más que evidenciable en Cicerón y demás pensadores del Imperio Romano que ven en el bien común la finalidad de la ciudad, la consecución del accionar individual.
Posteriormente, Agustín de Hipona y Tomás de Aquino, los grandes teóricos de la Iglesia adscriben a esta concepción ulterior y cosmovisión política del sujeto en tanto tal. La cosa en sí era parte de un todo, de una ciudad terrenal que, tras el día del juicio final, sería abandonada por la ciudad del cielo. Es verdad que Agustín es platónico y Tomás es aristotélico y que por eso la idea de ética individual existe en mayor medida en el segundo que en el primero, pero como noúmeno no es posible sino pensar en términos de pensamiento y no de transcripción a la teoría de ciertos aspectos de la magnificencia individual. Ciertamente, desde los griegos hasta el final de la Edad Media, el papel del Estado y del bien común son fundamentales y que, sin ellos, el individuo no se podría realizar.
Recién con Descartes esto cambia: la idea del yo pensante que duda de todo es fundamental para comprender que el mundo existe porque yo existe y no al revés. En efecto, ahora la realidad empieza desde el yo, desde la persona que se pregunta las cosas más allá de la existencia de una unidad étnico territorial que contenga y dictamine su ámbito de habitabilidad dentro de un Reino o Imperio; Claro está, pensarán, que en línea cronológica, los siguientes son los contractualistas; ellos son los que ponen al sujeto y a la libertad como eje fundamental.
Como escribí en otros artículos, la absoluta vigencia de Locke se encuentra justo aquí (también de Hobbes, Rousseau aunque lo detesto, Spinoza y Kant), en la idea del individuo antes del Estado, de los derechos naturales como algo intrínseco del sujeto y no de una entidad agregada de inviduos llamada Estado. La discusión es más larga, pero con estas artistas, usted está en condiciones de seguir investigando.
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