La cachetada de cada día es el mecanismo de acción presidencial que te descoloca en todo momento, que te asfixia y destruye, que te violenta en cualquier circunstancia y lugar. Es una forma de gobernar, una manera de destruir el autoestima de los ciudadanos.
Como dijo Osvaldo Bazán en una de sus mejores columnas:
Medio país incendiado
Medio país cerrado.
Medio país pobre.
Medio país con hambre.
Medio país usurpando.
Medio país usurpado.
Medio país triste.
Medio país deprimido.
Medio país emigrando.
Medio país enojado.
Medio país sobreviviendo.
Medio país contagiando.
Medio país contagiado.
Un país en la UTI.
Y la UTI a punto de colapsar.
20 ministerios y ninguna flor.
Pasa de todo y no pasa nada.
Todo es brecha y grieta.
Todo es atraso y error.
Argentina es inexplicable para propios y ajenos. La respuesta se vuelve arista de discusión, lo básico se vuelve polémico y la contingencia se hace eterna. El peronismo se auto acusa de no ser peronismo, de ser otra cosa, de no ser partícipe del gobierno peronista que de manera peronista logró fracasar de manera peronista. Si no es peronismo, si no es fascismo, ¿qué es? ¿Un partido de boca?, ¿¾ kilos de menta granizada?, ¿monarquía parlamentaria? Peleen entre ustedes pero no van a poder negar la realidad: el estrepitoso fracaso del modelo cavernícola del régimen burrocrático autoritario.
Nada nuevo para un movimiento que fue al mismo tiempo Triple A y Montoneros, produciendo el gran malentendido de la política argentina, eso que lo hace inexplicable sino se ve como lo que en realidad es: una extraordinaria máquina en busca de poder porque el poder es guita, porque el poder es ambulancias con falopa, sobreprecios para los amigos, buen estómago para los sapos que aseguren que al final, el banquete estará servido. Y por supuesto, una hermosa historia de apoyo en dictadores de toda laya de Stroessner y Franco hasta Maduro y Fidel Castro. Al amigo todo, al enemigo ni justicia.
Entre junio y agosto de este año, según el informe Bachelet, hubo 711 ejecuciones en Venezuela. Si se cuenta desde comienzo de año, los asesinatos llegan a 2.000. Como resultado de las llamadas “operaciones de seguridad“ se comprobó un alto número de muertes de jóvenes en barrios marginados. Están matando a los pibes pobres a mansalva en Venezuela. Son la carne de la revolución más barata del continente de un país que tiene más de 90 % de pobres. Se sabe además que tras ejecutar a las víctimas ya neutralizadas, los cuerpos de seguridad las roban y manipulan la evidencia para presentar los hechos como enfrentamiento. Nada más parecido a lo que ocurrió en la dictadura argentina. Sin embargo don Horacio González, palabra culta del movimiento popular argentino, aseguró: “Tengo una simpatía preocupada por el gobierno venezolano. No me parece que se apliquen los mismos calificativos que a la dictadura que hemos vivido en Argentina”.
La cachetada del día a día permite olvidar lo acontecido hace horas como algo eterno: sea un plan o sea el no plan de Alberto, 2 + 2 = 4. Corta la bocha.
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