Por: Nicolás Pierini

País: Argentina

No recuerdo que un presidente de la Unión Cívica Radical haya sido tan vapuleado por propios y extraños como ocurrió con Martín Lousteau. Es un hecho histórico. Quien debe conducir el partido más que centenario fue criticado por 4 de los 5 gobernadores que tiene esa fuerza y su voto fue acompañado solamente por un senador. Diez radicales votaron en la cámara alta a favor del DNU de Javier Milei y el jefe del radicalismo solo obtuvo dos votos. Insólito. Una terrible demostración de falta de representatividad política que luego desató un verdadero tsunami de rechazos durísimos. Hace unas horas se especuló con la renuncia de Lousteau a la presidencia del radicalismo que logró en su momento con el apoyo de Gerardo Morales. De hecho dicen que hoy todavía mantiene mayoría en el Comité Nacional. Veremos.

Con Alfredo Cornejo a la cabeza, el documento de los gobernadores fue un claro rechazo a la postura de Lousteu. Además del jefe de estado mendocino, firmaron Leandro Zdero del Chaco, Gustavo Valdés de Corrientes y Carlos Sadir de Jujuy quien, de paso, demostró que aumenta su independencia de Gerardo Morales.

Maximiliano Pullaro de Santa Fé se mantuvo al margen con el argumento de que está íntegramente dedicado a la lucha contra el narco terrorismo y que no puede ventear energía en peleas internas. Lo cierto es que Pullaro mantiene fidelidad con Lousteau quien fue el mentor y gran fogonero de su candidatura. Y además todavía integra la línea interna “Evolución” comandada por Lousteau. Y digo “todavía” porque un integrante clave, el lúcido Rodrigo de Loredo ya tomó distancia y de hecho también firmó el documento crítico de los gobernadores. Lo hizo en su carácter de presidente del bloque de diputados al igual que Eduardo Vischi, el jefe de los senadores del partido de Alem e Yrigoyen.

¿Por qué Lousteau hizo semejante cosa? ¿A dónde quiere llevar a su partido? Todo indica que quiere romper definitivamente las relaciones con el PRO y erigirse en un temprano opositor a Javier Milei. Quiere ser el candidato a presidente de una fuerza de centro que sume al peronismo no tan K y tal vez al incipiente grupo de Horacio Rodríguez Larreta. La vieja avenida del centro, filo peronista soñada por Margarita Stolbizer y Facundo Manes. Todos están en el mismo barco, más cerca de Cristina que de Milei y cada vez más lejos de Mauricio Macri.

¿Hasta cuándo Lousteau  puede seguir siendo el presidente del radicalismo? Muchos radicales, pero muchos en verdad, siguen con la boina blanca puesta, pero votaron y tienen esperanza en Javier Milei. Ese problema también lo tiene el PRO. El doctor Claudio Escribano lo definió de manera magistral: “No solamente no saben hacia dónde ir, no saben en donde están”. Ese es el nivel de terremoto partidario que produjo la llegada de Milei a la presidencia.

Lousteau fue lapidado conceptualmente tanto en las redes como en las declaraciones de dirigentes de lo que alguna vez fue Juntos por el Cambio. Solo lo acompañó la Juventud Radical, que hoy tiene una modesta inserción social.

Patricia Bullrich fue la más brutal. Lo acusó de votar en contra para defender las cajas de dinero de las universidades y por estar enojado porque no se aprobaron otras universidades que el empujaba. Se refirió a la alianza que Lousteau tiene con Emilio Yacobitti.

Hernán Lombardi lo acusó de estar enfermo de importancia: “En los momentos claves, siempre jugas y votas al lado del kirchnerismo. Para vos es una costumbre”. Lombardi, nacido en el radicalismo, puso el acento en que Lousteu votó junto a Oscar Parrilli, José Mayans, Wado de Pedro, Alicia Kirchner y Mariano Recalde, entre otros nefastos camporistas y cristinistas. ¿Era ese el lugar para ubicarse? ¿Al lado del corrupto chavismo K? De hecho en las redes le recordaron que, cuando Lousteau fue ministro de Cristina, casi desata una guerra civil contra el campo por la irracional resolución 125. También lo castigaron por el desprecio que le hizo a Mauricio Macri cuando abandonó la embajada en los Estados Unidos y lo acusaron de ser el Sergio Massa del radicalismo. Esos fueron los más suaves. Algunos anticiparon que Lousteau iba camino a convertirse en Leopoldo Moreau o Ricardito Alfonsín, tránsfugas que son guardaespaldas ideológicos de Cristina y de Alberto Fernández respectivamente.

Hubo ataques personales que tienen que ver con cuestiones íntimas o matrimoniales en los que no me meto. Laura Alonso dijo que Lousteau tiene la cara de acero inoxidable. Muchos cuestionaron su soberbia que lo lleva a creer que todos los cargos le quedan chicos pese a que nunca ganó una elección en la que encabezó la boleta. Alejadro Fargosi puso una foto de Lousteau tomando un café con Sergio Massa y remató con una ironía: “Nos quieren desayunar. No los dejemos”.

Carlos Ruckauf directamente dijo que Lousteu es el candidato a presidente de Cristina.

Fernando Iglesias no se quedó atrás: “Es tristísimo que Lousteau se ponga de furgón de cola del kirchnerismo. Intentó subir impuestos con una resolución ministerial y ahora nos quiere dar clase de constitucionalismo”.

Alfredo Cornejo fue claro en su tuit: “Votar en contra del DNU no es bloquear a un gobierno, es bloquear el crecimiento del país. Todos los presidentes de todos los partidos utilizaron la herramienta del DNU”.

Hace menos de un mes, el gobernador correntino Gustavo Valdés llegó a los títulos de los diarios cuando dijo “Me importa un carajo lo que piense Martín Lousteau, no me interesa”.

Le recuerdo que Lousteau, por ahora, es el presidente del partido. Y digo por ahora porque, insisto, no recuerdo a un presidente partidario con tan poco apoyo y con tanto rechazo.


Nicolás Pierini es Profesor en Geografía y Licenciando en Geografía y Ciencia Política. Es Director Regional del Cono Sur de Estudiantes por la Libertad. Es Asesor Legislativo en el Honorable Concejo Deliberante del Municipio de General Pueyrredon. Es voluntario de la ONG Nexxos, miembro de la JPRO, fue pasante de la Fundación Internacional Bases (2023-2024) y es pasante de la Fundación Global de Mar del Plata.

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