“Es un indulto encubierto”, escribió el diputado Luis Petri. “La única actividad esencial de este gobierno es la búsqueda de impunidad”, remató el diputado Waldo Wolff. “La señal de la justicia es desoladora, es lo mismo que decir que los poderosos pueden hacer lo que se les dé la gana”, fue la conclusión del doctor Alejandro Fargosi, ex integrante del Consejo de la Magistratura. Coincido con todos estos análisis. Yo solamente le agregaría que se trató de un regalo del juez Daniel Obligado a Amado Boudou por orden de Cristina y que provoca nauseas, y vergüenza ajena. El magistrado militante, en su último día como juez suplente en ese tribunal, le bajó 10 meses la condena al ex vicepresidente porque hizo unos cursitos de morondanga mientras estuvo preso en el penal de Ezeiza, lugar del que nunca debió haber salido. A esa deserción de la justicia, Obligado, le llamó obligado “estímulo educativo”. Mil disculpas por hablar en criollo: “Estímulo educativo, no jodamos”.
Fue una burla a todos los argentinos honrados. Una mojada de oreja. Entre otros cursos, Boudou hizo uno de organizador de eventos. Y todos sabemos que fue un experto en ese tema, fue el jefe de una asociación ilícita dedicada a delinquir. Ya sabía todo de organizar esos eventos fuera de la ley.
Desde que Boudou fue condenado, los K estuvieron buscando alguna chicana, alguna trampa para gambetear a la justicia y encontraron esta escandalo inmoral por donde se lo mire. En algún momento estudiaron aplicar algún tipo de ley de protección de los derechos de los niños para justificar que Boudou debía atender a sus pequeños hijos. Una tragicomedia típica del cristinismo que niega la realidad e inventa relatos justificadores para todo.
Eugenio Zaffaroni, como íntimo amigo de Boudou llegó a pedir el indulto. “No hay motivos para que esté preso”, mintió descaradamente. Y aseguró que el indulto “es un acto político y de gobierno que existe en todas las constituciones del mundo”. Zaffaroni le hizo y le sigue haciendo, mucho daño a la justicia independiente, justa y verdadera. Es el autor intelectual y material del falso garantismo que apela a los recursos más insólitos y extremos para liberar detenidos de todo tipo.
Otro fanático negacionista, casi un ex escritor como Mempo Giardinelli, escribió un panfleto en un diario adicto asegurando que “es una absurda bestialidad jurídico-política que en un gobierno peronista haya presos políticos como la truchamente condenada Milagro Sala y como Amado Boudou a quién siguen acosando la mafia de tinta, papel y pantalla y su Corte chirolita”.
Boudou se cansó de cometer delitos, tiene millones que no puede justificar, no dejó estafa por hacer y para estos muchachos en un revolucionario y perseguido político. Medio millar de dirigentes mendocinos reaccionaron indignados con una solicitada diciendo que “no están acostumbrados a que se idolatre a delincuentes” y definieron a Boudou como un delincuente imputado, procesado, juzgado y condenado en todas las instancias judiciales”. Quince jueces y la mismísima Corte Suprema de Justicia pusieron su firma confirmando el castigo de 5 años y 10 meses de prisión por el intento de apropiarse de la fábrica de hacer billetes. Y todavía faltan causas en donde también, como en esta, hay muchas pruebas documentales, testimoniales y, hasta arrepentidos. Hablo por ejemplo de la coima de dos millones de dólares que pagó el gobierno de Gildo Insfran. El que la cobró, Alejandro Vandenbroele, confeso con pelos y señales como fue ese operativo repugnante que perjudicó a los más pobres de Formosa.
Una solicitada que quedará en la historia de la indignidad ética pidió por su libertad. Utilizaron la palabra “guerra” en cuatro ocasiones, en un “intento de crear un clima de odio e intolerancia en la población”. Acusan a otros de hacer lo que hicieron ellos desde un principio. Hablo de los soldados de Cristina y Máximo. Encima amenazaron al decir que la prisión para Boudou “pone en riesgo la convivencia”. Firmaron ex presidentes chavistas latinoamericanos, y los infaltables Hebe Bonafini, Jose Luis Gioja, Oscar Parrilli pero no Cristina y varios camporistas pero no Máximo. Víctor Hugo Morales firmó su complicidad con semejante malandra, al igual que esos ejemplos de transparencia como Pablo Moyano, Roberto Navarro y Leopoldo Moreau. No podían faltar carmelitas descalzas como Julio de Vido, el que nunca se guardó un vuelto, o Ricardo Jaime, el corrupto confeso o Carlos Heller y Gerardo Romano.
Todos pusieron las manos en el fuego por Amado Boudou. Todos quedaron atados a su suerte histórica.
Mientras tanto el aspirante a Che Guevara de cabotaje, formado con los Alsogaray pobre, vive en una mansión de cuatro pisos, parque, piscina con venecitas y baldosas atérmicas perimetrales, ascensor, cochera para tres autos, suite de 60 metros cuadrados, cascada en el living, jacuzzi, siete baños y quincho. Un palacio digno de un magnate. El matrimonio Boudou recibe del estado, es decir de todos nosotros, casi 600 mil pesos por mes en concepto de jubilación de privilegio él y de asesora en diputados, ella. Amado dio como domicilio un médano, le pirateó la mitad de un auto a su ex esposa y debe 455 mil pesos en multas y patentes de su Audi. Y ni hablar de su espectacular moto Harley Davidson.
Estamos frente a un verdadero ladrón de estado. Confirmado por unanimidad por la Corte Suprema.
Y estamos hablando de una Corte en la que hacía mucho que no votaban los 5 juntos la misma decisión. Casi no se ponen de acuerdo en nada. Pero en algo están absolutamente de acuerdo: en que Boudou es un corrupto.
Pero como si la unanimidad de la Corte no alcanzara, hubo en total 15 jueces que tuvieron en sus manos la causa y que resolvieron lo mismo. Cuatro instancias dijeron que Boudou era un delincuente. Es un record histórico. Es ínfima la cantidad de casos que llegan a la Corte y mucho menos si se trata de un ex vicepresidente de la Nación. Todos ratificaron la condena a 5 años y 10 meses de prisión con inhabilitación de por vida para ejercer cargos públicos. Y sin embargo, Boudou está en su elegante complejo de lofts en Barracas, con muy buena salud, disfrutando de la vida en familia con una tobillera electrónica.
¿Alguien que no puede ejercer cargos públicos de por vida, debe cobrar una pensión por su tarea en el estado pese a que utilizó ese lugar para robar? ¿Eso es justicia?. Ahora va a poder pedir salidas transitorias y nada indica que deje su lujoso domicilio para volver al calabozo.
Estamos hablando de un brutal cachetazo a la inmensa mayoría de los argentinos que son decentes, que trabajan con esfuerzo y que pagan fortunas de impuestos.
La complicidad de todo un gobierno es un ataque anti democrático a la justicia. Es una brutal presión sobre uno de los poderes del estado republicano. Por el lugar que ocupa, el más grave fue el de Santiago Cafiero. Es el jefe de gabinete y el alter ego del presidente Fernández con el que comparten la misma fragilidad gelatinosa, intelectual y política. Cafiero III dijo que le habían pisoteado los derechos a Boudou y que el proceso por el que fue recontra condenado “estaba plagado de irregularidades y arbitrariedades”. No lo dijo pero seguramente comparte la iniciativa que Boudou propuso por radio: “declarar la nulidad de todos los juicios del lawfare”. Se trata de una intolerable violación de la independencia de otro poder. Pregunta: ¿Quién decide que causas hay que anular? ¿Quién dice cuales causas son de Lawfare en el caso que existiera ese invento de Cristina y el Papa? ¿Proponen que los propios acusados y condenados sean lo que dinamiten los expedientes y hagan borrón y cuenta nueva? ¿Solo porque ellos lo dicen? Se convertirían en delincuentes y jueces de sí mismos. Eso solo ocurre en las dictaduras como la chavista o en las viejas monarquías. Por ese camino se llevan puesto el sistema democrático.
Otra consulta. Cafiero y Boudou, ¿conocen que opinaba el presidente Fernández de todo esto antes del pacto tácito y espurio que firmó con Cristina? Conviene recordarlo como otro símbolo de la implosión de la ética que padeció Alberto. En su columna del diario “La Nación” del 30 de mayo de 2014, titulada “Game Over”, hay un respaldo absoluto a la justicia y una crítica severa a Boudou que recién había sido llamado a indagatoria. El actual presidente escribió que “Todas las excusas dadas por él hasta aquí se han ido desvaneciendo con la misma velocidad con la que el agua se escapa entre los dedos. Boudou ya no tiene coartadas. Los argentinos saben cuánto ha mentido en su alocada carrera por escapar de los hechos que se le atribuyen”.
En otro párrafo que tiene una impresionante actualidad, Alberto dice: “Fue sorprendente escuchar las voces del oficialismo que avalaron sus dichos y lo exculparon del hecho que se le atribuye. Tan fuerte fue la defensa organizada desde el poder, que hasta una ley de la Nación, impulsada por la mismísima presidenta, acabó por expropiar la empresa Ciccone para hacer más compleja la investigación de la maniobra… Tratando de preservarlo, Cristina no dudó en involucrar al parlamento argentino en el más grave encubrimiento que se recuerda: la expropiación de Ciccone”.
Este texto es demoledor. Parece escrito esta mañana y sin embargo fue redactado hace apenas 6 años por el actual presidente.
Hoy no los une el amor, pero todos salen a respaldar a Boudou por el espanto que le produce la posibilidad de que Cristina tenga el mismo destino de cárcel.
Se trata de un anticipo del nuevo orden chavista y cleptocrático que quieren instaurar.
Yo no quiero venganza ni persecución para nadie. Pero quiero que los ladrones de estado paguen con la cárcel por lo que hicieron. No hay país posible con impunidad para todos y todas.
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