El adoctrinamiento escolar en la República Argentina, tanto en los universitarios, como en el secundario, primario y jardín, se encuentra a simple vista de toda la sociedad. Este adoctrinamiento de las ideas de izquierda y populistas, llevadas a cabo por la mayoría de los profesores de las ciencias sociales (pero también por otras ramas académicas) se ve beneficiada por el silencio de miles de argentinos. Como llamaba Richard Nixon en el año 1960, “mayoría silenciosa”, son estas personas que no son ajenas a las ideas políticas.
¿Por qué los alumnos se ven fuertemente abrumados con pensamientos políticos e ideológicos sólo de una rama? Para mantener la ideología viva y permitir un control del poder que esta genera. Que los alumnos, ya desde chicos, se los obliga a que le tengan miedo o consideren erróneas las ideas que los mismos docentes quieren erradicar porque consideran que son fantasiosas o una “enfermedad” para la sociedad.
Todos los que concurrimos a instituciones educativas, tanto privadas como públicas, tenemos un ejemplo de este adoctrinamiento por parte de los docentes. Todos hemos vivido como un docente nos callaba y decía que criticar la forma en que decía que paso la historia, o como criticaba a un periodo del gobierno o algún dirigente político, era un “traidor a la patria”, o “no sabía nada” o “que estaba influenciado por los medios de comunicación”. No se puede tener otra mirada de los hechos o buscar otras fuentes que explique el periodo que no sean las que ellos utilizan. Se creen dueños de la verdad
¿Qué se puede hacer en estos casos? ¿La sociedad argentina podrá despertar? ¿La argentina está perdida? Yo creo que todavía no. Se necesita urgentemente una batalla cultural, una batalla que permita terminar con todo el sistema de adoctrinamiento educativo. Tanto por parte del estado y por los partidos políticos u organizaciones. Nosotros los liberales, tenemos que salir más a la calle, tener más contacto con la gente, con los adolescentes.
Como dijo tantas veces el escritor, Cristian Moreno, se necesita un “liberalismo de zapatillas”. Los liberales tenemos que salir al barro, dejar los zapatos y ponernos las zapatillas para ensuciarnos. Se necesita tener más contacto con la gente, dejar de lado los temas filosóficos y de economía y empezar a difundir nuestras ideas. Se tiene que difundir en todos los ámbitos académicos, no solo en el universitario, sino también en los secundarios y sobre todo en los lugares donde se practiquen las ciencias sociales, lugar donde el adoctrinamiento es más duro y se tiene mayor necesidad de lograr un verdadero cambio.
Es momento de actuar, es momento de declarar la guerra al adoctrinamiento estudiantil por parte de las ideas de izquierda.
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