A lo largo del siglo XIX, el hombre va adquiriendo un valor que va más allá de la razón, es decir, se comienza a dar importancia a las emociones, las percepciones internas, a la identidad del hombre. Como consecuencia de la Revolución Francesa se produjeron las guerras napoleónicas que contribuyeron a la formación de una nueva Europa sacudida por el sentido nacionalista. También fue como producto de los crecientes avances tecnológicos, por los cuales las potencias europeas se convirtieron en imperios. De esta manera, se comienzan a observar indicios de cómo las masas van desplazando el ideal del hombre y con esto, parece que el término de libertad comienza a confundirse y a ser considerada como una libertad colectiva en vez de una libertad individual.
Es precisamente esa distorsión del concepto de libertad que se manifiesta cuando estalla la Primera Guerra Mundial, en un momento en donde el hombre no comprendía la posibilidad de tanta violencia. Pero esta guerra no surge de la nada, sino que es precisamente el sentimiento nacionalista que se comenzó a evidenciar desde el siglo XIX que influyó en que los inconvenientes entre las naciones terminaran en armas. En este momento, el concepto de libertad pasa a estar en un estado de riesgo, ya que como derecho humano es violado, irrespetado y situado por debajo de los intereses nacionalistas. La Revolución Rusa también surge durante esta época de tensiones constantes donde aún no se comprende que si las revoluciones no pueden traer cosas positivas, mucho menos pueden ser un medio para obtener la libertad.
Las consecuencias de esta revolución fueron más graves, el surgimiento del régimen comunista en Rusia produjo la supresión de la individualidad y promovió el culto a un Estado que cada vez estaba restringiendo más las libertades y limitando la esfera privada. En este movimiento, el concepto de libertad es prácticamente inexistente, al igual que en los regímenes fascistas, porque el jefe supremo al representarse como la primera y última autoridad, limita las libertades a lo que el Estado considera lo que las mismas deberían ser; lo que demuestra que no existe un desarrollo personal individual, sino que las personas están al servicio del Estado. Naciones como España, Italia y Alemania con el ascenso al poder de Franco, Mussolini y Hitler -respectivamente-, fueron víctimas de las implicaciones de estos regímenes totalitarios que degradaron el concepto de libertad.
En la actualidad, la libertad es el valor fundamental que caracteriza a la civilización occidental y me pregunto, ¿sería la libertad aquello que es hoy en día, si su concepto no se hubiese enfrentado a las implicaciones del contexto histórico contemporáneo? Considero que en efecto, el proceso histórico ha contribuido a formar el concepto de libertad que entendemos actualmente, y que a pesar de los peligros a los que se ha expuesto, el ser humano siempre ha buscado la manera de volver a ella, ya que es un valor intrínseco en nosotros. A mi parecer, el hombre comienza a abrazar plenamente la libertad gracias a las instituciones democráticas que existen hoy en día.
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