Como en reiterados artículos escritos para este blog temo que el lector encontrará mi tesis al principio y no al final: la evaluación debe ser un proceso y no una instancia, excepto, en circunstancias particulares donde la contingencia exija dicho accionar. En efecto, creo fervientemente que la realización de determinado examen sujeto a condiciones históricas e irrepetibles particulares no demuestra la aprehensión de contenidos sino la mera capacidad de resolver los mencionados instrumentos evaluatorios.


En el sentido anteriormente mencionado, si uno de los objetivos de los educadores es brindar mejores condiciones de aprendizaje, esto implicaría, entre otros, cambios en las prácticas evaluativas y en las relaciones con los alumnos, considerando la evaluación como un “proceso” parte del aprendizaje, pues incluye la construcción y reconstrucción del conocimiento. “Evaluar según la perspectiva mediadora significa actuar para lograr que los alumnos se superen intelectualmente” (Hoffman,1991:75). Si logramos ajustar los métodos de evaluación a las estrategias didácticas podremos contestar el interrogante de si los métodos alternativos de evaluación impedirían rendir exámenes estandarizados. Motivando, respetando la diversidad y la evolución individual, el alumno podrá auto-regularse y auto-evaluarse, adquiriendo seguridad para afrontar distintas instancias de aprendizaje. Aprendizaje y evaluación interactúan en el mismo proceso estableciendo relaciones de carácter recíproco.  

Juan Álvarez Méndez (1990:28) señala que “en la medida que la enseñanza y el aprendizaje sean actividades críticas la evaluación se convertirá en actividad crítica y culminará con la formación del alumno como sujeto con capacidad intelectual…” (…) “Para ello es imprescindible convertir el aula en un espacio de encuentros donde se dan aprendizajes…”. Evaluemos como parte del aprendizaje, del desarrollo y del crecimiento de nuestros alumnos, incluyendo el afecto y la reflexión.

Así, no es cuestión de la simple eliminación o reemplazo de métodos por otros; muy por el contrario, la multiplicad y el intercambio experiencial hacen a la concreción y desarrollo del educando. En efecto, en ese proceso de doble hermenéutica alumno – educador, la repetición, la memorización y la efectivización no son los componentes fundamentales sino circunstanciales. Es menester que dichos factores se conjuguen con un sentido concreto y no como máximas transmitidas sin cuestionamiento.

Por eso mismo, lo mío no es capricho, es diagnóstico. El cambio de paradigma del triángulo educativo emerge como condición necesaria, no suficiente. El intercambio, la utilidad, los problemas y el todo son necesarios, pero más necesario aún es que dediquemos a la educación el lugar que se merece: menos políticas de género y más educación; menos salarios de sindicalistas y más inversión y programas; menos contenido dogmático y más amplitud ideológica. Es sólo una propuesta, no pido que sea verdad.


Esta publicación expresa únicamente la opinión del autor y no necesariamente representa la posición de Students For Liberty Inc. En el Blog EsLibertad estamos comprometidos con la defensa de la libertad de expresión y la promoción del debate de las ideas. Pueden escribirnos al correo [email protected] para conocer más de esta iniciativa

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