Ya hemos calado la intolerancia colectivista de la izquierda, ¿pero lo hemos hecho con la de la derecha? Otro de los grandes pecados de esa supuesta ‘’mayor cercanía’’ entre el liberalismo y la derecha, es la cada vez menor empatía y tolerancia social. Algunas veces personificada en líderes nacionalistas y conservadores que, con agendas colectivistas e intolerantes, se disfrazan de ‘’políticamente incorrectos’’, y otras veces se hacen presente con el desinterés o ver como secundarias, aquellas libertades fuera del ‘’ámbito económico’’. Dejando a un lado principios tan básicos como lo son la empatía y la tolerancia, para una sociedad libre y abierta.
La tolerancia y la empatía son básicas para impulsar una sociedad más libre y abierta
Es un fenómeno bastante común que quienes dicen promover la libertad con una gran preferencia por la derecha, vean a las que están fuera del ‘’ámbito económico’’ como innecesarias o secundarias. Lo cual más que una preferencia tímida, en la gran mayoría de ocasiones, es más bien una excusa de quienes no simplemente tienen la etiqueta de ‘’derecha’’, sino todo el paquete completo: sus sesgos y tendencias.
Es difícil concebir una sociedad libre y abierta, o al menos merecedora de este término, cimentada en bases meramente ‘’económicas’’, mientras el resto de libertades son menospreciadas o directamente socavadas.
La libertad tiene un fuerte mensaje, que se ve opacado cuando creemos que, más que simplemente matizar, algunas libertades no valen tanto (o directamente nada). Cuando todas estas, en algún punto, terminan relacionándose entre sí. Es imposible impulsar agendas liberales en sociedades democráticas, si no generamos focos de cambio en el pensamiento de dicha sociedad, ergo, promocionar una sociedad libre y abierta en todos sus ámbitos, acabando con el mensaje colectivista: que va desde la supuesta la lucha de clases, hasta la discriminacion por identidad/sexualidad,etc… Impulsando a la sociedad a luchar por las libertades de todo individuo, tanto como si fueran propias (empatía). Siendo el individuo, aquel marcado como el gran antagonista de las ideologías colectivistas y autoritarias: desde los comunistas, hasta los nacionalistas.
La personificación de los intolerantes disfrazados de ‘’políticamente incorrectos’’
Tenemos bastante calada la intolerancia de la extrema izquierda. No obstante, todos sabemos estos primeros tienen poca cercanía (considerando los matices ideológicos) con las ideas liberales, al igual que los segundos. Pero tal parece que los segundos tienen una mayor receptividad entre muchos ‘’liberales’’. No sólo motivados por la tendencia derechista que aflora dentro de sus miembros, sino por el fenómeno de la cada vez más creciente ‘’generación copo de nieve’’ que ha venido provocando factores mayormente de izquierda.
Y es que esto último, como es común en la infinita y sesgada lucha entre izquierdistas y derechistas, termina en medio de la polarización y un excelente paralelismo de la teoría de la herradura: ocasionando que el bando derechista crea que, en uno de sus tantos sueños húmedos por ser un cruzado, su deber y su labor contra la izquierda, es ser políticamente incorrecto. Viéndose representados en personajes que, bajo la excusa de no ser políticamente correctos, terminan siendo dignos representantes del colectivismo y populismo, con discursos y acciones que son totalmente nocivos y contrarios a las bases de una sociedad libre y abierta.
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