“El apuro trae cansancio” es un dicho de uso común en nuestros países latinoamericanos y se refiere a que las acciones que se hacen con impaciencia pueden acarrear en algunos casos “doble trabajo” o directamente desastres.
Todos somos conscientes de los problemas que destrozan a nuestra región ya que estos nos afectan en cualquier área de nuestras vidas: vidas sin seguridad, vidas sin empleo, vidas sin energía eléctrica, dando como fruto desesperanza, agotamiento y destrucción económica. Estos problemas necesitan soluciones inmediatas, sí, pero debemos visualizar que estas requieren un proceso a largo plazo, acuerdos nacionales y consensos generales de desarrollo basados en la libertad y la reconstrucción de nuestras instituciones.
Aunque algunos animales cuentan con la noción de reservar alimentos para las épocas de hibernación como los osos, sin embargo, no es una acción predominante en el reino animal; lo que sí es natural es consumir casi sin límites a fin de sobrevivir. Los seres humanos tienen una capacidad única para pensar en el futuro y planificar con anticipación y esto es un logro reciente en la evolución humana.
Esta es básicamente la noción general con la cual funciona el capitalismo: ahorrar dinero o bienes para utilizarlos en una inversión futura y así incrementar la capitalización. Esto es lo que ha permitido el avance tecnológico y la mejora en la calidad de vida de la cual disfrutamos hoy en día.
¿Queremos tener seguridad en el país? Debemos sembrar institucionalidad en el sistema judicial y reconstruir los valores del tejido social ¿Queremos crecimiento económico? Debemos sembrar un marco jurídico y de seguridad legal que no aterrorice a la inversión. ¿Queremos una mejor calidad de vida? Sembremos valores comunitarios de cuidado los unos de los otros. ¿Queremos que esto ocurra de la noche a la mañana? No pasará.
Entender la acción de sembrar hoy para cosechar frutos mañana como un acto de amor es más urgente que nunca, recordando que nuestro instinto fundamental es garantizar la supervivencia de la especie, lo que implica crear condiciones óptimas para las futuras generaciones. Por ello, es esencial enamorarse del largo plazo y aprender a disfrutar el proceso de crecimiento y aplicación de soluciones que han demostrado su eficacia en otros países, pero que en nuestro caótico continente deben ser cultivadas y protegidas desde sus cimientos.