Máximo Carlos Kirchner cumplió 44 años el 17 de febrero. El príncipe heredero de la dinastía Kirchner, hace rato que dejó de ser un joven. Sigue utilizando ese look setentista, de pelo largo, barba desprolija y campera, pero a los 44 años ya es un señor grande. No se le conocen trabajos anteriores ni estudios superiores, pero es millonario y como su familia no se anda con chiquitas, la reina madre Cristina acaba de hacerle un regalo feudal. “Feliz cumple Maxi”, podría decir la tarjeta imaginaria. El grandote de 44 años recibiría la caja con una sonrisa. Tiene experiencia en el manejo de cajas millonarias. Pero esta es muy especial.
Intuyo que Máximo desató el moño del paquete, abrió la caja y se encontró con la presidencia del Partido Justicialista bonaerense. Todo el mundo sabe que ese cargo es un pasaporte directo a convertirse en el capo del peronismo a nivel nacional. Cristina no se fija en gastos para intentar que su hijito del alma sea presidente en el 2023. Es un regalo para él y también para ella. Es la única forma de garantizar la continuidad del nacional populismo chavista y de asegurar que Cristina logre su impunidad tan deseada y sea consagrada la mujer más honesta de la historia argentina.
Seguramente, estos fueron los deseos que el señor de 44 años pidió a la hora de soplar las velitas.
Una vez más el peronismo histórico, los gobernadores y los intendentes accedieron a las exigencia de los Kirchner y comenzaron a ponerse talquito para la ocasión. Nuevamente, serán sometidos a las órdenes de los Kirchner. Para que el copamiento del justicialismo parezca equilibrado le dieron la presidencia del partido a nivel nacional a Alberto Fernández. Allí pasará lo mismo que en la presidencia de la Nación. Alberto será apenas un títere que moverá su boca solamente para decir lo que le ordene Cristina. El mismo lo confesó en el estadio único de La Plata al cumplir un año en el poder: “Cristina, hice todo lo que me mandaste”. ¿Se acuerda?
En diciembre de 2019, Alberto todavía no había asumido y ya había pegado su panquequeada monumental, cuando vaticinó que Máximo lo iba a suceder. “Ojalá que Máximo sea el próximo presidente. Es un chico maravilloso, criterioso, razonable y moderado”. ¿Tanto le piden a Alberto? Las urnas, como siempre, dictarán su veredicto en las elecciones, pero hay que decirle a Alberto que Máximo ya no es un chico.
Tampoco es cierto que Máximo sea un inútil. Es verdad que vivió todos estos años firmando balances y poniendo su apellido en las estafas que hicieron sus padres y que no pudo terminar la carrera de periodista deportivo en una academia privada. Pero no es un negado en la política. Supo usar su apellido como llave para convertirse en uno de los dirigentes más poderosos de la Argentina. La agrupación que fundó, La Cámpora, controla casi todos los lugares claves donde hay montañas de dinero o posibilidades de multiplicar la militancia en el territorio. Tiene mucha plata y un gigantesco aparato de movilización rápida. Es pragmático como su padre en las alianzas y no tiene problemas digestivos para elogiar a Chávez o Fidel Castro, ningunear a José Ignacio Rucci y simultáneamente, abrazarse a derechosos mafiosos como los Moyano o a directamente fascistas como Santiago Cúneo. No le hace asco a nada que tenga que ver con la acumulación insaciable de poder y de dinero. En eso es igual a sus padres. Es un caso único en el mundo. Néstor y Cristina gobernaron este país durante más de 12 años. Con Alberto en el gobierno y Cristina en el poder, los K van a completar 16 años en la Casa Rosada. Así nos fue. La idea es que Máximo complete las dos décadas con las que habían soñado sus padres hasta que la muerte de Néstor alteró los planes. Pregunta chicanera:
¿Cuántos años tendrá Néstor Iván en el 2027, el nieto de Cristina cuando Máximo termine su segundo mandato? Algunos ya están preparando los afiches. “Volvió Néstor. Votá a Néstor Iván y siguen los Kirchner”.
Esta pesadilla política para la Argentina es la que se está gestando. Máximo decidió con su madre darle el Partido Justicialista de la Capital a otro de sus soldados camporistas como Mariano Recalde, otro que ya no es un pibe. Tiene 48 años. Máximo no tuvo que dialogar ni convencer a los delegados del justicialismo provincial. Los obligó a que renunciaran. Así podrá asumir, por aclamación y dejar fuera de carrera a quien le correspondía ese lugar, según la carta orgánica hasta fin de año: Fernando Gray, intendente de Esteban Echeverría. Así entienden la democracia. Así respetan las reglas. Pero a los justicialistas que se sienten atropellados por Máximo y Cristina solo les cabe una frase: “No se quejen si no se quejan”. Los machos del off the record no valen en el este juego. La gente del Movimiento Evita los padece pero les da batalla en silencio. Aunque algunas veces se escucharon algunos disparos de armas de fuego. Los intendentes aflojan rápido cuando les da a elegir: látigo o chequera. Los gobernadores, callan, otorgan y por lo tanto se merecen ser conducidos por Cristina que los lleva a los empujones hasta la victoria siempre.
Por ahora, Máximo tiene estructura militante pero padece el mismo rechazo y apoyo que su madre. La última encuesta de Real Time Data revela que Máximo tiene 64% de imagen negativa, 11% mala más 53 % muy mala. Son números bastante parecidos a los que cosecha Cristina que tiene un 61% de imagen negativa.
Esta suerte de monarquía absolutista y hereditaria del reino de Santa Cruz necesita una agencia de colocaciones y de vigilancia. Ese es el rol de La Cámpora que incluso, quiere vacunar a todos los argentinos con voluntarios recién adiestrados que portan pecheras con los colores de agrupación.
Máximo Kirchner es quien, según declaró Leonardo Fariña por televisión, también era de los que recaudaban dinero entre los empresarios. Máximo bajó mucho de peso, pero todavía se le podría decir la histórica frase de Raúl Alfonsín: “A vos no te va tan mal, gordito”. Es un millonario que dice combatir a los millonarios.
Máximo está procesado por asociación ilícita y lavado en la causa Los Sauces y por blanqueo de activos en Hotesur. Los que decían ser los pibes para la liberación, terminaron siendo los muchachotes para encubrir la corrupción.
Son la gendarmería de la ideología y la pureza del cristinismo. Son los gerentes del modelo. Los dueños de la marca Cristina.
La situación en Tribunales es muy delicada para Máximo. Porque es el único que puso su firma en todas las transferencias millonarias de dinero donde no hay facturas, papeles ni comprobantes. Manejó más de 100 millones de pesos de los cuales 55 terminaron como por arte de mafia en la caja de seguridad de su hermana Florencia.
El comandante Máximo conduce a sus soldados de La Cámpora hacia el control de toda la botonera del estado. Fogonean a Diego Molea como presidente del Consejo de la Magistratura, al doctor Homero Giles, titular del IOMA, recibido en Cuba, para manejar la reforma al sistema de salud que mueve 800 mil millones de pesos anuales de dinero privado y estatal. Ya están al mando absoluto de YPF, el Anses que maneja dos billones de pesos (con “b”, larga) o el PAMI, o Aerolíneas Argentinas. En todos esos lugares los impuestos de los argentinos se van por la alcantarilla del clientelismo, las becas a los militantes, la ineficiencia de gestión y los negociados opacos. Ahora mismo están echando trabajadores que no se subordinan políticamente. Según reveló Carlos Pagni, la tropa camporista ya tiene el control de todo el sistema informático del Poder Judicial que incluye el tema de las elecciones.
La Cámpora no se banca a Alberto. Lo consideran un mal necesario que no tiene proyecto ni estructura propia. Una especie de puente, una transición hacia un verdadero gobierno nacional y popular (chavista agrego yo), encabezado por Máximo.
En el día de su cumpleaños número 44, Máximo es casi la sombra de Alberto. Es el encargado de hacerle el test para chequear que no haya contraído el virus del neoliberalismo. Lo presionan para que vaya a fondo de una vez por todas para indultar a Milagro Sala, Amado Boudou y el resto de los funcionarios corruptos y para que le ponga límites a los medios hegemónicos que según ellos son la nueva forma de la dominación. El regalo del Partido Justicialista bonaerense con trampolín a la conducción de todo el peronismo, es el regalo más importante que Máximo recibió en su cumpleaños. Pero no se conforma. Fiel a su estirpe, va por todo y el único límite que lo frena es la sociedad. Este es el gran desafío político de este país: movimiento popular republicano o nacional populismo chavista. Máxima democracia o el Príncipe Máximo.
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