Pienso que, sin mantener un fetiche sobre ello, una de las bases fundamentales para una sociedad culturalmente avanzada, es un buen sistema educativo. Por ello, es primordial tener unas bases firmes en torno a principios científicos y de libre pensamiento. Así como incentivar la tolerancia y otros temas de relevancia social. Dejando un amplio margen para que el sistema educativo (como ocurre en el resto de áreas sociales) pueda explotar la inventiva y la creatividad humana por medio de la libertad en favor de este.
Brayan Corredor
Estudiante de Arquitectura | Coordinador Local EsLibertad
Debemos limitar al Estado para explotar la innovación y la diversidad
Todo Estado impone unas reglas o requisitos para reconocer a una entidad como una institución educativa, por tanto, tenemos el deber de limitar y juzgar (lo más racionalmente posible) dichas reglas. Para que estas no puedan obstaculizar la creatividad y la diversidad educativa. Ya que, la libre competencia y su capacidad de generar incentivos para mejorar lo ya existente y crear desde cero, es determinante a la hora de desarrollar sistemas educativos eficientes y de calidad. Donde los modelos ineficientes, tiendan a adaptarse a estos anteriores. Generando así, un sistema basado en la inventiva humana que pueda ajustarse en mejor forma a las necesidades que van surgiendo con la evolución de la sociedad. No solo mejorando la accesibilidad a estas y su calidad, sino también, alejándose de las rígidas bases, como la memorización, a la que nos tienen acostumbrados muchos sistemas educativos que resultan poco funcionales para la actualidad.
El libre pensamiento es fundamental para la educación
Como se expresó anteriormente, se deben limitar las reglas e imposiciones del poder sobre la educación. No solo para que no perjudiquen la innovación y el desarrollo educativo. Salvo también, para que estas no se conviertan en centros de culto e ideología. No obstante, y por la misma razón , reconozco la importancia del Estado para que en todo centro educativo, exista una base objetiva, con principios científicos y de libre pensamiento. Ya que, si de muchos padres dependiese, más que educar a sus hijos con estos, lo harían de la misma forma en que antes criticamos al Estado, ideas dogmáticas y sesgadas. Y no, si bien los padres tienen una potestad inmensa sobre sus hijos, estos no son un objeto o una propiedad absoluta, donde puedan hacer y deshacer a su gusto. Puesto que, los menores de edad, tienen derechos y libertades fundamentales al igual que cualquier individuo, donde su libertad de pensamiento y conocimiento es vital.
‘‘‘Sin libertad de pensamiento, la libertad de expresión no sirve de nada’’. – José Luis Sampedro Sáez
Y ésto, obviamente, no significa evitar que ciertas instituciones privadas, puedan brindar materias fuera de dicha base objetiva/fundamental — como la religión —. Sino que, dicha institución, debe garantizar una base mínima sustentada en los principios mencionados anteriormente. Y así lograr que dichos jóvenes puedan crecer también rodeados de información objetiva y transparente que les permita ampliar su entendimiento como individuo pensante y consciente.
La tolerancia y la influencia positiva nos interesa a todos
Así como el libre pensamiento, y su capacidad de contrastar información e ideas sin encerrarse en dogmas o ideologías , es fundamental para toda sociedad, también lo es la tolerancia. Puesto que, una de las bases más importantes de la convivencia pacífica y el respeto a la libertad del prójimo, es la tolerancia. Y es que, en vez de recurrir a medidas que atentan contra la libertad de expresión o la meritocracia para reducir ciertos constructos sociales tóxicos — como la homofobia, la xenofobia, el machismo, el racismo, etc—. Podríamos recurrir a una de las alternativas más funcionales, y menos coactivas: la educación. Así como la educación sexual obligatoria es sumamente importante para todo adolescente y el sano desarrollo de su sexualidad, también debería serlo la tolerancia u otras áreas similares. Y no, no hablo de ‘’homosexualizar’’ o crear ‘’máquinas ideológicas’’ utilizando las técnicas dogmáticas de mis amigos conservadores y progresistas. Hablo de informar y educar para ampliar, lo más objetivamente posiblemente, el conocimiento de los jóvenes sobre temas de interés social, lejos de prejuicios y toxicidad . Y, con suerte, no solo ayudar a intentar mejorar ciertos constructos sociales que son perjudiciales para la convivencia y la propia libertad, sino ampliar su conocimiento sobre temas que cada día resultan más relevantes en nuestras sociedades, como la economía y la tecnologización.
Nivelar hacia abajo es totalmente contraproducente
Los incentivos y la competitividad son fundamentales para cualquier servicio e industria, donde la educación no escapa a ello. Por tanto, las familias con mayores ingresos, no deberían ser limitados, o peor aún, reducidos, cuando de elegir la educación de sus hijos se trata. No solo porque intentar igualar la educación de todos los niños resulta imposible, sino que, por otro lado, resulta contraproducente y termina restringiendo u obstaculizando el desarrollo y la inventiva que se genera con la libertad del sistema. Ya no solo a individuos que — al tener un mayor nivel académico — podrían contribuir enormemente a la sociedad; Sino al mercado competitivo que impulsa el desarrollo y la inventiva del mismo sistema educativo.
De cualquier forma, los problemas generados por la pobreza, deben ser atendidos directamente con aquellos que lo padecen, sin limitar o entorpecer al resto con prácticas contraproducentes que solo logran nivelar hacia abajo el desarrollo humano.
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