Por: Luis Gustavo Cuellar
País: Bolivia
En algún momento de su vida, siempre una persona desde pequeño llega a
preguntarse, sobre todo en sus inicios de la niñez. ¿Quién se encarga de
construir las carreteras, hospitales e infraestructura necesaria o requerida por
una sociedad? La respuesta siempre suele ser delicada o tediosa de explicar a
un niño pequeño, probablemente porque aún no cuenta con nociones básicas
suficientes para comprender el uso, responsabilidad fiscal, mantenimiento y
hasta la diferencia entre lo público y lo privado.
Uno creería que estas enseñanzas son suficientes para que las personas ya entradas
en su adultez, tomen conciencia sobre la importancia de fundamentar el por qué
y para qué, un político o un gobierno posee el poder de tomar decisiones que
cambian la vida de las personas, parcial o totalmente. Pero aquí precisamente
tenemos un ‘’story time’’ de cómo el gobierno boliviano, se rasgó las vestiduras
siempre de dignificar la obra pública, tuvo la oportunidad de oro para ingresar a
un acuerdo de la construcción de un corredor o carretera que cubra en el Sur del
continente americano, que tiene salida desde el Puerto de Iquique hasta el
Puerto de Santos.
El fracaso del gobierno boliviano en asegurar su participación en el acuerdo del
Corredor Bioceánico no es simplemente una cuestión de mala suerte o circunstancias
desfavorables. Detrás de esta lamentable situación se encuentra una trama de
incompetencia ministerial que ha dejado al país en una posición deplorable en un
proyecto de importancia vital para su futuro económico.
Los ministros encargados de negociar y avanzar en este acuerdo han demostrado una
incapacidad sorprendente para cumplir con sus responsabilidades. En lugar de mostrar
liderazgo y determinación, han sido víctimas de luchas internas, ineptitud burocrática y
una desconexión total con las realidades del mundo moderno.
Por supuesto que la reflexión que lleva a cabo este artículo es la repensar la cantidad
de vidas afectadas por el estatismo, que siempre está acompañado de inoperancia. En
un sistema de libre mercado, vemos que éstos hechos son menoshechos menos
frecuentes.
Estudiante de Ciencias Políticas en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno