En estas semanas el problema del adoctrinamiento volvió a sacudir la agenda mediática debido a unos polémicos comentarios de la ministra de educación porteña Soledad Acuña, en donde en una video-conferencia se refirió a la formación docente como raíz de la sobre ideologización de las aulas y el adoctrinamiento político en las escuelas.
Estos entredichos iniciaron un ajetreo mediático y político bastante interesante, por un lado, los medios oficialistas titulaban artículos cargados de adjetivaciones negativas hacia la funcionaria, como por ejemplo “La resentida” del diario de página 12. Por otro lado, mensajes y tweets de dirigentes en apoyo de su espacio no tardaron en llegar, pero también de repudio… por lo que sin duda estema sacudió la agenda mediática por unos días…
En Argentina la discusión de la calidad educativa siempre pareciera estar vigente a pesar de que la dirigencia sindical docente si gobierna el peronismo no reclama por aumentos salariales, y no se queja por el ajuste el FMI, y esas cuestiones coyunturales. Ni hablar lo ofendidos que se han mostrado cunado se impulsaron políticas de evaluación docente en el gobierno anterior, o cuando se incorporaron las pruebas PISA. Si bien, debe haber excelentes docentes con una marcada vocación y calidad profesional, pero evidentemente son los menos o al menos no son los que están en las tensiones de la agenda política, ni los que están en los flancos de las discusiones gremiales.
Pero lo malo no es que alguien milite en un partido de izquierda, y que debido a esta militancia se conformen gremios docentes, la cuestión es que las últimas décadas la educación pública se convirtió en un nicho para reproducir esas ideas, y en definitiva esas doctrinas. La metodología de la izquierda, más bien su modus operandi, admite el adoctrinamiento como herramienta principal o técnica indispensable, y estas estrategias se presentaron de la manera más burda, bizarra, vulgar y desdeñable en el macrismo. Creo que todos coincidimos que el clímax de la bajada de línea en las aulas se dio cuando en miles de escuelas y universidades de todo el país, los estudiantes armaron los plenarios de Maldonado, en donde se tomaron una fecha especial y se sacaban fotos grupales con la foto del difunto, incurriendo en una práctica de insulto a su memoria, en un uso político de su fatídico destino, con el aval de sus familiares, que en vez de homenajearlo, que en vez de ser recordado como un mártir, se demostró que el joven fue todo lo contrario y falleció por no saber nadar.
Pero la infamia con la que se manejaron en el caso Maldonado en las escuelas, no es sólo lo que podemos achacarles a los gremios docentes, ya desde mucho tiempo vienen captando voluntades de los alumnos, reclutando militantes, e impulsando tomas de colegios mediante bajadas de línea e incurriendo un prácticas de adoctrinamiento de las más burdas, y ni hablar con lo que se les permite que hagan en algunas universidades, en donde trabajan articuladamente con el cuerpo docente. Este problema quizás provenga de la intención del primer kichnerismo, que revitalizó los ideales de los 70 y que hizo en la juventud para reproducir su forma de hacer política. La década ganada sirvió para reforzar y revitalizar las banderas izquierdistas y reforzar los conglomerados gremiales y sindicales de la educación pública. Hay que explicar esto, para entender de que esta gente no salió de un repollo y también para promover nuestras ideas en estos ámbitos, consolidando espacios de debate y de opinión, para dar la batalla cultural, como se suelen decir. Involucrarse es importante para que no se escuchen siempre las mismas voces y para no dejar que utilizando las asimetrías del poder se le baje línea ideológica a nuestros niños y jóvenes. Hay que dejar que cada quien piense como quiera y hay que fomentar una habilidad que en la Argentina escasea, el pensamiento crítico.
Lo malo no son las ideas, sino que estas ideas se reproduzcan como una única vía para comprender el poder y la realidad, como vemos que se hace en el país, en donde vemos como se endiosan a los políticos y para muchos en vez de ser próceres, los personajes de la historia y los políticos se conciben como faraones y hasta muchos se ponen en la tarea de construir mártires, recayendo en la mala praxis política que atrasa como 200 años, que es militar por personas y no por ideas. La educación pública debe ser el ámbito propicio para fomentar el intercambio de ideas, y no madrigueras de adoctrinamiento que usan los recursos del Estado para intentar aumentar su capital político. Todos debemos rechazar estas prácticas, no se pueden meter con nuestros chicos. Por eso el lema “con los chicos no” es muy adecuado.
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