El Vaticano no solamente es un Estado con miríada influencia sobre decisiones de extrema importancia para la geopolítica o un centro de una de las religiones más poderosas y con mayor cantidad de fieles en el mundo sino que, además, no está exento de las internas políticas y el recrudecimiento de las mismas cuando “las papas queman”, valga el juego de palabras.
Hace ya 7 años que Jorge Mario Bergoglio fue electo Sumo Pontífice y eligió el nombre Francisco, inédito para la historia de los Papas de la religión Católica Apostólica Romana; esto, era solo un aviso de lo que vendría. Es claro que, por lo menos en sus primeros años, Francisco trató de llevar a cabo una gran serie de reformas políticas y sociales dentro de la institución católica, algunas con éxito y otras con resistencia por parte de los sectores más conservadores de la misma. La pregunta es: ¿por qué hace ya casi 2 años que los movimientos del Vaticano no se ubican en pos de seguir con las reformas y, en cambio, las declaraciones político-ideológicas de Francisco dominan los canales de televisión? La respuesta, aunque pueda sorprenderle a muchos, es que la oposición liderada por el primer Papa en abdicar en 700 años, Joseph Ratzinger, más conocido como Benedicto XVI, está frenando las reformas de Francisco por su sucesión de dichos y hechos en pos de favorecer y promover el socialismo internacional, de criticar al capitalismo y de mostrar agrado, o por lo menos no condenar, la sucesión de ataques a los Derechos Humanos y a las poblaciones por parte de líderes y dirigentes autoritarios y dictadores.
Si bien es cierto que Ratzinger había dicho que apoyaría a Francisco, cosa que pasó hasta hace 2 años aproximadamente, los sectores más conservadores de la Iglesia le pidieron nuevamente que se ponga al mando de la política anti Francisco, “marcando la cancha” y dejando claro que si el Sumo Pontífice seguía apoyando al socialismo, las reformas no serían apoyadas. Muchos analistas se inclinan a decir que en verdad no hay un solo Papa, sino que Benedicto XVI sigue gobernando tras las sombras y negociando constantemente con Francisco o, incluso, hay quienes se animan a decir que Francisco ya no tiene poder de decisión. De ser esto cierto, sería verdaderamente preocupante porque, como sabemos, Francisco sigue siendo un hombre joven con un largo camino por delante. Sea como sea, incluso aún con el perecimiento del anterior Papa, la oposición seguirá firme ante las reformas de Francisco por sola causa de sus errores no forzados.
Cuando el argentino sólo se dedica a hacer goles en contra, la oposición lo deja bien claro: la política del Vaticano, no puede ir en pos de condonar gobiernos autoritarios o líderes corruptos y déspotas. La situación está en un punto de ebullición, casi de no retorno, en donde sólo Francisco es capaz de enmendar sus errores. Debemos estar atentos porque el Vaticano es fundamental para toda la geopolítica y para los más de 7 mil millones de habitantes del planeta Tierra.
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