¿Los movimientos populistas son más un correctivo de la democracia que su negación?

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Una mirada desde América Latina  

El rechazo al populismo no es algo reciente. En la antigüedad clásica: las élites políticas, sociales y económicas, así como los intelectuales, advirtieron del riesgo de las formas políticas que otorgaban el poder a las masas, porque no perseguían el interés general, debilitaban las instituciones republicanas y podrían derivar en regímenes tiránicos. 

El populismo se describe como un fenómeno de masas con una serie de rasgos entre los que destacan la presencia de un líder carismático con “un estilo de liderazgo” que se caracteriza por el uso de un discurso polarizador y el desdén hacia las formas de mediación, el desprecio hacia las ideologías, las estructuras partidarias y el uso de un discurso emocional, que apela a la tradición popular y divide a la sociedad en dos grupos antagónicos: pueblo y antipueblo. Pero, ¿Qué es un antipueblo? Es un grupo que, según el populismo, es un opresor o explotador del pueblo, y por ello, debe ser expulsado o aniquilado.

Sobre el autor: Jean Steven Fiallos Barreno es estudiante de medicina y Coordinador Local de EsLibertad Argentina.

Para evidenciar esta teoría no es necesario retroceder en la historia ni realizar un viaje insólitamente largo, tan solo hace falta visualizar la coyuntura política de países latinoamericanos como: Venezuela, Argentina y Ecuador durante la última década.

Una democracia representativa o liberal postula que, deben existir varias opciones en una elección para la existencia de una diversidad de alternativas en la representación, todo esto, basadas en ideales de tolerancia y pluralidad. 

El hombre no es simplemente la pertenencia de un todo o de algún colectivo plenario, para nosotros es más que el ciudadano de un Estado, con un valor intrínseco que no puede ser reabsorbido en la ciudadanía plena, la política o Nación. Por eso, es que, aunque el ejercicio del poder sea colectivo y se confié en alguna totalidad supraindividual, no resuelve nuestros problemas.   

Es improbable que un Estado no liberal, pueda asegurar un correcto funcionamiento de la democracia, y por otra parte, es poco probable que un Estado no democrático, sea capaz de garantizar las libertades fundamentales. La prueba histórica de esta interdependencia está en el hecho de que el Estado liberal y el Estado democrático cuando caen, caen juntos.

¿Realmente los movimientos populistas son la solución para preservar la democracia? ¿Existe algún proceso exitoso que compruebe esta hipótesis? Son algunas cuestiones que el lector podrá examinar.


Esta publicación expresa únicamente la opinión del autor y no necesariamente representa la posición de Students For Liberty Inc. En el Blog EsLibertad estamos comprometidos con la defensa de la libertad de expresión y la promoción del debate de las ideas. Pueden escribirnos al correo [email protected] para conocer más de esta iniciativa.

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