¿Existe un pequeño factor de magia en la historia? ¿todo es producto de una apartada élite que en sus horas más tranquilas de búsqueda intelectual cambio al mundo?
El concepto de la mística es algo desconocido para todo personaje que provenga de afuera del microclima de la política argentina de corte peronista, en breves palabras podemos describir a la mística como aquello que despierta sentimientos, sean de amor u odio, repulsión o admiración, la mística es sumamente difícil de explicar con palabras, quizás esa es su faceta más mágica. Mi misión en este breve texto es recuperarla, darle el valor que una vez supo tener y hoy carece, años de liberalismo “sectario”, o como lo ha denominado el foro Twitter: Liberalismo de café, ha costado en las generaciones latinoamericanas (y quizás occidentales) la perdida total y absoluta de las juventudes frente al avance del socialismo.
El Liberalismo supo tener mística, en un mundo donde la Metrópoli imperial y las cúpulas de las iglesias dominaban las mentes, introdujo la Libertad y el ser Humano, olvidados desde la época de la antigua Grecia. No fue fácil, se lucharon guerras, se dispararon balas, quizás no respetamos el proyecto de vida de aquel realista que fue a pelear por su rey.
En un mundo con títulos de nobleza, alzamos la voz y proclamamos que todo hombre nace igual, y por lo tanto somos iguales ante la justicia y los ojos de Dios. En un mundo dominado por el destino, marco la senda de la búsqueda de la felicidad como el objetivo de cada ser humano, quizás para algunos esa felicidad sea crear la empresa más cara del mundo, para otros esa felicidad sea ver a Boca Juniors campeón de la Copa Libertadores; la Libertad no pregunta de donde venimos, ni a donde vamos, la Libertad existe y cada ser humano puede hacer de ella su más grande tesoro.
¿Somos acaso más felices si le decimos a un niño que Papa Noel no existe?
No, sin embargo en el micro-mundillo liberal nos encanta señalar lo no-liberal, amamos definirnos por aquello que no somos. Llenamos las estanterías diciendo al mundo lo que no pensamos, refutamos que ellos viven en el mundo de los sueños, nosotros vivimos en el mundo de lo real.
Tenemos razón, ¿A qué costo? ¿Es la arrogancia de la razón la que nos aparta de la magia? ¿Cuál es nuestro mundo ideal?. Aprendí una valiosa lección el verano pasado mientras enseñaba idiomas a niños pequeños cuando di para leer a un chico el texto “Yo el Lápiz” de Leonard Read, la consigna era simple: decir que les parecía el cuento: la respuesta fue clara: Ese lápiz es muy arrogante, cree que es muy importante. Un puñal al corazón del liberal, pero una nueva perspectiva para mi misión de hacer crecer el mensaje de la Libertad.
Hay algo mágico cuando decimos que tomamos estas palabras como verdaderas: que todos los hombres son creados iguales, y son dotados por su creador de ciertos derechos inalienables, entre ellos la Vida, la Libertad y la búsqueda de la felicidad.
Hay mística cuando decimos que si un gobierno ataca estos derechos, es el derecho de los hombres abolirlo, la historia fue escrita con la pluma de los vencedores, y redactada por aquellos que supieron expresar los sentimientos de la época en aquellas palabras, en Alemán esta palabra es descrita como el Zeigest, el cual no parará si Edmund Burke escribe que quizás esos franceses que están tomando un gusto por guillotinar políticos probablemente terminen guillotinados, tampoco detendrá una señal de alto a aquellos jóvenes alemanes que con una cerveza en la mano, destruyeron el muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989.
Disfrutemos la Libertad, ataquemos la opresión, veamos con los mismos ojos a aquel adulto que le dice a un niño de 5 años que el hada de los dientes no existe, que a aquel intelectual que utiliza el “Liberalometro” para medir la cantidad de palabras que leyó un político sobre Alexander Hamilton.
En otras palabras, devolvamos la magia al liberalismo, ya habrá tiempo para que el mundo intelectual pierda sus años tratando de explicarle a un hincha de Boca porque River es mejor, mientras tanto gritemos al mundo…
¡Qué viva la Libertad!
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