ABORRECER EL DINERO ES COSA DE RICOS

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Autor: Paola Andrea Piotti Balderrama

Hace una semana el Papa Francisco llamó en Twitter a repartir equitativamente la riqueza en lugar de multiplicarla, lo que desató una oleada de respuestas afirmativas entre quienes comparten el discurso de la distribución como solución sacrosanta a la pobreza, negativas por quienes señalan que la única forma de combatir la pobreza es justamente multiplicando la riqueza e indignadas por quienes apuntan la hipocresía de que una de las entidades más ricas del mundo proclame un mensaje que no parece aplicar, o al menos, no con la suficiente pasión para vaciar sus arcas. 

Lo cierto es que el mensaje del pontífice no es nuevo, ni alejado de lo que nos tiene acostumbrados su santidad, pero si desnuda un fenómeno interesante relacionado a los llamados a compartir, dar, y entregar por quienes más poseen. 

El Papa se ha pronunciado en contra del éxito, el dinero y el poder, criticando duramente el deseo de quienes aspiran alcanzar estos ítems en su vida, responsabilizando al Capitalismo Salvaje de haber destruido los corazones caritativos, y al parecer, ignorando que este sistema que se encarga de la producción de la riqueza es el que permite que el vaticano acreciente sus fondos a través de las donaciones, después de todo, renegar del dinero es fácil cuando se tiene en demasía.

Si deseamos, sin embargo, señalar este tipo de actitudes que parecen carecer de congruencia entre el dicho y el hecho, hay que apuntar también hacia el activismo pro impuestos elevados de algunos de los empresarios más famosos del mundo o su afinidad con los movimientos que proclaman políticas redistributivas (incluso llegando a financiar sus campañas). Por supuesto que no es algo disparatado y aunque se apunta al complejo de culpa del rico como respuesta a qué lleva a alguien a ofrecer y promover una acción que disminuiría su riqueza, tal vez haya razones menos nobles escondidas detrás de sus caritativos rostros.  

¿Qué impide que todos estos millonarios que profesan su amor por la distribución entreguen por completo su fortuna para las causas que les tienen preocupados? Ah sí, el que no desean hacerlo solos. 

Y es que al parecer están dispuestos a renunciar a ciertas porciones de su fortuna siempre y cuando su competencia lo haga, y si eso viene asociado a conseguirse algunos amigos encumbrados en el poder político, bienvenido sea. 

El voluntarismo que parecen adoptar para señalar que están dispuestos a construir un mundo más justo y equitativo se deja de lado cuando se trata de apuntar a los bienes y riqueza del otro, porque no interesa tanto el bienestar que se busca sino entorpecer las opciones de los demás de alcanzarlos. 

Resulta gracioso que la defensa de la vida frugal, del desprendimiento de los bienes como virtud, y el castigo al éxito a través del sistema impositivo provenga de quienes se cree, son los principales interesados en evitar que todas estas políticas se concreten, y es que lo que hemos venido declarando durante años se ejemplifica a la perfección en las aspiraciones de los magnates: Las políticas redistributivas, proteccionistas e invasoras afectan mucho más a quienes buscan emerger y escalar en su nivel socioeconómico que a quienes ya están encumbrados en el decil más alto. Aborrecer el dinero, al parecer, es cosa de ricos. 


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