El presente escrito está basado en la obra : “ON MORAL AND LEGAL JUSTIFICATION”, específicamente en el capítulo VII “Justificación y la Teoría del Bien” de Roger Pilon (1979) y su posterior traducción realizada por Jesús Fernando (2024).
La justificación moral y legal de los derechos, como lo expone Roger Pilon en su discusión sobre la tensión entre los enfoques deontológicos y teleológicos, plantea un dilema intrínseco que, aunque profundamente racional, no deja de provocar en mí una cierta inquietud. A lo largo del texto, el autor se esfuerza en mostrar la supremacía de los derechos individuales, esa noción casi sacrosanta que protege al individuo de la interferencia externa. Y, sin embargo, a medida que avanza en sus argumentos, me doy cuenta de que la rigidez con la que se aferran a los derechos termina generando, paradójicamente, una suerte de fragilidad. ¿Cómo podemos sostener un edificio moral basado exclusivamente en la inviolabilidad de los derechos, cuando las mismas condiciones extremas de la vida real a veces nos obligan a saltar esos muros? Esta es una pregunta que me asalta mientras leo.
Pilon parte de una idea básica pero poderosa: los derechos son como los pilares de un espacio sagrado en el que cada individuo puede construir su vida, su moralidad, su libertad. Es una visión casi utópica, pues en ese espacio cada quien es libre de hacer lo que quiera, siempre y cuando no interfiera con el espacio de los demás. Pero la vida no es tan sencilla, y ahí es donde comienzan los dilemas. El ejemplo del rescate de alguien que se ahoga —donde salvar una vida podría significar violar la propiedad de un tercero— es un reflejo de esa colisión entre lo que “debemos” hacer según los derechos y lo que “deberíamos” hacer según una moral superior o altruista.
Al llegar a este punto del texto, no puedo evitar recordar que todos, en algún momento, hemos enfrentado esos conflictos entre lo correcto legalmente y lo correcto moralmente. A veces es tan simple como decidir si uno debe romper una regla para ayudar a alguien, pero otras veces el conflicto es mucho más complejo. Y Pilon, en su deseo de defender los derechos a ultranza, se niega a flexibilizarlos en nombre del “bien”. Esa negativa me genera un cierto respeto, pues comprendo que la flexibilidad puede llevar a la erosión progresiva de principios que deberían ser inamovibles. Sin embargo, ¿no es esa rigidez la que nos deja en una especie de parálisis moral ante las emergencias de la vida?
Me pregunto, mientras sigo leyendo, si el autor no está, en cierto sentido, cerrando los ojos a la naturaleza humana, que tiende a buscar el equilibrio entre lo justo y lo necesario. Los derechos, por más claros que sean, no siempre logran abarcar la complejidad de las situaciones extremas. Y lo que es aún más intrigante es que, a pesar de su rigidez, Pilon reconoce que en ocasiones esos derechos deben ser violados. Me deja con la duda de cómo esa admisión no compromete su argumento central. Si bien la violación de derechos se presenta como una excepción rara, el simple hecho de admitir su posibilidad nos lleva a cuestionar la supuesta inviolabilidad de esos derechos.
En definitiva, la lectura de este capítulo de Pilon me deja con una sensación agridulce. Por un lado, admiro la estructura casi matemática de su teoría, la claridad que busca impartir en medio de la ambigüedad moral. Pero, por otro lado, no puedo evitar sentir que la vida real, con sus infinitos matices y circunstancias impredecibles, no encaja tan bien en los rígidos compartimentos de los derechos inquebrantables.
Nina, J. F. (05 de octubre de 2024). Sobre la Justificacion Moral y Legal. Obtenido de https://docs.google.com/document/d/1nLa8FcUDj0RZgAh0cISjie11efe3V1MOJlr-I9Nhtz4/edit?usp=sharing
Pilon, R. (1979). ON MORAL AND LEGAL JUSTIFICATION. Obtenido de https://www.stephankinsella.com/wp-content/uploads/texts/pilon_moral-legal-justificationb.pdf