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Solo queda vivir, porque ya estoy muerto hace rato.

Mataron mi infancia obligándome a estar sentado durante 12 años frente a un sujeto fallecido que me hablaba de cosas que dijeron gente muerta.

Mataron mi juventud otros cinco años más, ingresando en mi cerebro contenido de siglos pasados de gente extranjera, mencionando que tendríamos que apuntar a esas sociedades como ejemplo. También en este caso los que llenaban mi mente con esa información fueron personas difuntas, algunos agonizantes tratando de advertir que estamos muertos todos, y otros mencionando que no me preocupe por vivir porque recién en unos años más lo haría.

En el ínterin, supuestamente me dieron una muestra experiencial de cómo sería “la vida” o a lo que llamaban “el vivir”. Claro, al principio es bonito porque solo estás de paso por esos lugares, y a uno le ocultan lo que hay detrás.

Cuando esa “vida” impuesta por no sé quién me arrojó a “vivir” me topé con que el humano es el único animal que re-elabora, re-piensa, re-inventa, re-innova, re-evoluciona, re-interpreta, re-plantea, en fin, se enreda en sí mismo, sin prestarse atención propia, ojo, no es que esté mal lo anterior, sino que olvidan ciertas cosas, como el sentir, y en ese afán de re-crearlo todo generan re-sentimiento. El humano pasó de sujeto a objeto.

El humano es el único animal que primero se fabricó un modo de vida en el cual los intercambios espontáneos se convirtieron en compra-venta, se inventó un papel pintado que sirve para imponer reglas y regulaciones que a nadie le preguntaron, sin mencionar que le asignan el valor que se les antoja de acuerdo al humor que amanecieron, se crearon libros llamados constituciones que supuestamente fueron de común acuerdo entre todas las partes (habitantes de una región y los supuestos administradores de esa región, que tampoco sé cuando decidieron convertirse administradores). 

Crearon una falsa democracia y libertad, en la cual bajo la excusa de mejorar dicha administración, tienes que ir a marcar una casilla debajo de una foto de una persona que solo conoces a través de la publicidad (como si no supiéramos que la publicidad se encarga de venderte algo que no necesitas) para después colocar un papel en una urna que posteriormente es contado por una computadora en un lugar donde sólo unos pocos tienen acceso. Claro, la computadora lo hará todo, contabilizará y publicará todos los papeles marcados de todas esas urnas y arrojará un resultado donde en el mejor de los casos, el 51% de los habitantes de la región impondrán su forma de pensar al restante 49%. 

Eso sin contar que los administradores “elegidos” sufren un cambio al momento de sentarse en las oficinas de administración de la región, olvidando al 51% quienes los apoyaron y al 49% quienes se opusieron, priorizando a su entorno próximo, sus propios intereses y confiando en supuestos sabios eruditos que sirven de consejeros/asesores, que solo por no perder alguna tajada del pastel hacen cumplidos y le siguen la corriente a aquellos administradores.

Pero ¿de dónde surge ese pastel? y ¿por qué quieren acceder a él? Bueno, el pastel es la “contribución voluntaria” que el total de los habitantes de la región les otorgan por sus funciones, ya que dichos habitantes están ocupados en sus propios problemas como: cómo prosperar, cómo permanecer sanos, cómo cultivar su inteligencia, cómo subsistir, etc.

Para colmo de males, los administradores, piden un poco más de contribuciones para intentar disimular y justificar el pago por sus servicios. En un tiempo le llamaron pan y circo, ahora le llaman servicios y bonos sociales.

Nos comimos el cuento de que ellos, los administradores harían todo por nosotros, que nos alimentarían, que nos educarían, que nos darían trabajo digno, que nos pagarían por nuestras habilidades y oficios. 

Nada más alejado de la realidad, ¿qué obtuvimos a cambio de confiar en ellos? Recibimos encarecimiento de la canasta familiar, recibimos adoctrinamiento estatal a través de una malla curricular diseñada por quién sabe, recibimos precarización de las fuentes de trabajo y acceso a él limitado, y si se demanda una paga de acuerdo a lo que uno ofrece, pues nos dicen que tenemos que chupar las medias de quienes nos lo dan, seguir un guión como discurso, callarnos frente a la corrupción, lo cual nos convierte en sus cómplices.

En sí, a eso le llamamos vida, a eso le llamamos “vivir”. Ese es nuestro paso por este mundo.

A fin de cuentas el humano es el único animal que primero tiene que gastar su energía para conseguir un papel pintado que recién te dará la posibilidad de adquirir aquello que necesitas, y eso, sólo si consigues el suficiente papel. El hombre es el único animal que paga para poder alimentarse, el único animal que paga para desplazarse “libremente” el único animal que paga para tener un techo, el único animal que paga por vivir.

Y ¿cómo es el estándar de una vida, perdón, mejor dicho, de una muerte así? Pues, para algunos es estar caminando la mayoría del día y durante años vendiendo lo que puedas para obtener ese maldito papel. Para otros es estar sentado en una silla con un escritorio de oficina durante décadas, con la falsa ilusión de que después de esas décadas tendrás el tiempo de “vivir y realmente ser feliz”.

Por estas razones, perdón, por esta realidad, decido realmente vivir, porque muerto ya estoy desde hace rato.

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