Parte III – Alianzas
Hace unas semanas, un hecho que muchos liberales nos suponíamos que en algún momento iba a ocurrir, finalmente ocurrió. El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, finalmente demostró ante la mirada del mundo entero lo que muchos ya sabíamos e incluso decíamos en voz alta. Nayib Bukele no es liberal, nunca lo ha sido, y este reciente intento de control de precios lo demuestra más claro que ninguna otra cosa que haya hecho previamente.
El problema aquí no es el control de precios, ya tendrán la oportunidad de leer sobre ello en futuros artículos; sino, el hecho de que se forjen alianzas políticas entre quienes dicen ser liberales y quienes, ahora está más claro que nunca, no lo son.
Friedrich Hayek1 desarrolla en “Por qué no soy conservador” las diferencias o puntos básicos que nos separan tanto de los “conservadores” de la época, como también del “progresismo”; puede que no sea el texto más actual, dado que, el término conservador siempre es protagonista de una constante evolución y su definición está dada por cuestiones culturales de la época, la sociedad, y las “medidas” que se tomen; sin embargo, aún es un magnífico punto de partida para un análisis de estas características. Además, siempre es importante diferenciar al conservadurismo en los distintos países, no es lo mismo un conservadurismo como el britanico o estadounidense que suele respetar la “rule of law” a uno intervencionista y populista como lo suelen ser en latinoamerica y parte de europa.
Dadas estas definiciones y aclaraciones, lo primero que debemos dejar en claro es que el conservadurismo carece de un objetivo propio; se centra en conservar tradiciones y costumbres ¿Podemos decir que es una costumbre el control de precio en países latinoamericanos para controlar la inflación? No hay nada que nos diga que no, no es el primer país en hacer eso y de seguro no será el último. Pero esta “tradición” latinoamericana está muy alejada del “liberalismo económico” que muchos pensaban que tenía, dado que, pasa por encima de los derechos de propiedad de, valga la redundancia, los propietarios del bien.
También, al igual que en esa época, nos toca vivir en un momento donde todos aquellos que se hacen llamar “progresistas” no hacen más que socavar las libertades individuales cada vez que pueden para cumplir sus propios fines; consiguiendo, y/o muchas veces manteniendo, privilegios de todo tipo. Por tal motivo, quienes nos oponemos a ello solemos apoyar, acompañar, dar “herramientas” y argumentos a la su principal oposición, llamémosla, a falta de una mejor definición, “derecha” o “conservadores”. Hemos dado, durante muchísimo tiempo, demasiadas herramientas a la derecha, sin contar con que ella sea un potencial enemigo de la libertad.2
He aquí el principal problema, durante esta “confrontación” con el progresismo, nos hemos acostumbrados a ver un aliado en la derecha, pero no lo es. La única diferencia entre izquierda y derecha, como las conocemos hoy en dia, es el fin que desean darle al Estado, ninguna de las dos está dispuesta a ponerle un límite al Estado, ninguna de las dos está en condiciones de llevar a cabo su agenda sin coaccionar en algún aspecto de su vida a los individuos que viven bajo ese Estado, y ambas persiguen sus propios intereses al controlar el Estado, como si se tratase de una guerra de facciones que nunca acabará.
Por lo tanto, el liberalismo no debería posicionarse por uno u otro bando, dado que ambos son, al fin de cuentas, lo mismo; el único que desea poner un límite al Estado es el liberalismo y es algo que siempre debemos recordar cuando le demos la mano a alguien de izquierdas o derechas.
En History of Freedom, Lord Acton nos dice: “Siempre fue reducido el número de los auténticos amantes de la libertad; por eso, para triunfar, frecuentemente hubieron de aliarse con gentes que persiguen objetivos bien distintos de los que ellos propugnaban. Tales asociaciones, siempre peligrosas, a veces han resultado fatales para la causa de la libertad, pues brindaron a sus enemigos argumentos abrumadores.”3 Si bien, esta cita no está muy orientada a la real politics de la que nos hablan Rothbard y Paul casi un siglo después, es muy cercana al ideal liberal que he querido expresar en este artículo.
1 Cabe aclarar que Hayek es, hoy en día, considerado por algunos, entre los que no me incluyo, como conservador dado que viene en línea con los postulados de Burke y Acton, sin embargo, he de destacar que es claramente diferenciable y muy distinto de conservadores como De Maistre o Maurras.
2 Me veo en la obligación de aclarar que estas definiciones pueden ser demasiado reduccionistas, hay grandes diferencias entre, por ejemplo, Nayib Bukele y Donald Trump, Giorgia Meloni o Jair Bolsonaro; por lo que no siempre todo lo expuesto en este artículo es aplicable a todos ellos, sería necesario tomar casos particulares y analizarlos minuciosamente por separado.
3Hist. of Freedom., p. 1. [Trad. esp. en Lord Acton, Ensayos sobre la libertad y el poder(Unión Editorial, 1999), p. 57]