Soledad Castillo Jara
Politóloga especializada en Relaciones Internacionales. Coordinadora Junior de EsLibertad Perú

El 4 de setiembre se llevó a cabo el plebiscito constitucional en Chile. Resultó vencedora la opción Rechazo con el 61,86% de los votos frente al 38,14% de la opción Apruebo en un contexto de alta participación electoral (85,81%). El triunfo del Rechazo fue decisivo dentro del territorio chileno (esta opción resultó vencedora en 338 de las 346 comunas), mientras que en el exterior el Apruebo (60,92%) superó al Rechazo (39,08%). Se estima que las mujeres y los jóvenes apostaron mayoritariamente por el Rechazo. Asimismo, las comunas de los dos quintiles más bajos de ingresos registraron una mayor ventaja en favor del Rechazo en comparación con aquellas del quintil alto. En el caso de la población indígena, esta tendencia fue aún más pronunciada. Por ejemplo, Colchane, una de las comunas con mayor porcentaje de población indígena según el censo de 2018, marcó el peak del Rechazo con un 94,70% de los votos en favor de esta opción. ¿Qué significa el triunfo tan rotundo del Rechazo? ¿De qué manera se vincula con las ideas de la libertad? Este artículo ofrece algunas claves para entender mejor el resultado.  

En primer lugar, prevaleció una visión equilibrada del rol del Estado en la sociedad. A lo largo de todo el proceso, quienes apoyamos la opción Rechazo subrayamos la importancia de las constituciones para proteger la libertad de las personas mediante límites claros al poder político y a la voluntad mayoritaria. Expresamos nuestra preocupación frente a un texto que concentraba el poder en lugar de limitarlo, que establecía al Estado como el principal -y en algunos casos el único- proveedor de servicios, y que ponía demasiado énfasis en algunas identidades colectivas. Tras el resultado, se mantienen en pie aspectos clave como los contrapesos entre ambas cámaras del parlamento, la propiedad individual de los ahorros previsionales y la libertad para elegir entre diversos programas educativos. De ese modo, Chile permanece cerca de aquello que planteaba el senador Felipe Kast en su artículo Realmente libres: «en una sociedad de bienestar los problemas públicos los resuelven la combinación del esfuerzo estatal con el esfuerzo privado».   

En segundo lugar, prevaleció la sensatez de los ciudadanos en contraposición con el sectarismo de varios ex convencionales constituyentes. La Convención Constitucional debió haber realizado una evaluación seria de las posibles consecuencias de aquello que estaba plasmando en el texto. Sin embargo, primó el ánimo refundacional -la consigna del cambio ante todo, incluso por encima de lo razonable- y el debate se vio ensombrecido por las «funas» en contra de aquellos convencionales que se distanciaban de las posturas más radicales. En medio de tanta intolerancia, destacó positivamente la voluntad de diálogo de algunos líderes de centroizquierda como el expresidente Ricardo Lagos y los integrantes del grupo Amarillos por Chile. Es con esta actitud y con base en la experiencia nacional e internacional que se puede avanzar en la construcción de un país más libre y más próspero. 

¿Qué posibilidades quedan abiertas para el futuro? El triunfo del Rechazo significa una nueva oportunidad. El presidente Gabriel Boric indicó en su discurso que mantendrá reuniones con representantes políticos y de la sociedad civil con el fin de establecer un nuevo itinerario constituyente. Es fundamental que este nuevo itinerario sea de unidad, que no se recurra a la violencia, y que se muestre respeto por los símbolos nacionales y por la tradición constitucional chilena. Mientras tanto, el gobierno tiene el deber de garantizar el cumplimiento de las leyes vigentes y sancionar a los responsables de los atentados y los graves desórdenes públicos que han ocurrido en estos meses. Se rechazó un texto excesivamente permisivo frente a estos delitos y ahora es tiempo de enmendar el rumbo. Queda abierta la invitación a construir, en un ambiente libre y seguro, una verdadera casa de todos los chilenos.

Finalmente, para aquellos líderes de izquierda que desde España -como José Luis Rodríguez Zapatero e Irene Montero– y el resto del mundo -como Jeremy Corbyn, Jean-Luc Mélenchon y Yanis Varoufakis– se pronunciaron en favor del Apruebo, el triunfo del Rechazo brindó un mensaje claro: así no. Es cierto que necesitamos estar a la altura de los desafíos de nuestro tiempo, pero no de la manera que propuso la Convención Constitucional: no saltando al vacío, no enfrentándonos unos contra otros y no sometiendo nuestra individualidad a un Estado paternalista. El análisis sociodemográfico de los resultados reflejó la enorme desconexión que existe entre algunos líderes políticos y las personas a quienes dicen representar. Si no se supera este problema, será muy difícil avanzar hacia una nueva constitución que reúna la legitimidad suficiente para ser aprobada. El 4 de setiembre se rechazó un texto que ponía al país en grave riesgo. Ahora, por amor a un Chile libre, toca continuar el camino constitucional con prudencia, tolerancia y visión de largo plazo.   


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