El 12 de agosto de 1961, el Consejo de Ministros de la República Democrática de Alemania (RDA) –también conocida como Alemania Oriental– decide emplear la armada para apoderarse de la frontera de Berlín Oeste y construir un muro que tenía como fin el cierre perentorio de las fronteras entre las dos zonas berlinesas con el objetivo de detener la huida de la población hacia el occidente de Alemania. Esta obra terminaría de construirse el día siguiente y, como ilustran los hechos de forma diáfana y transparente, constituiría la pared de un campo de concentración en el que sus integrantes –más bien reclusos o prisioneros– estaban condenados a la más ignominiosa miseria.

Hasta esa fecha casi 3 millones de ciudadanos germano-orientales habían abandonado su país; Ricardo Martín de la Guardia, en su obra titulada “La caída del muro de Berlín”, resalta que “la sangría demográfica ponía en entredicho las bondades de la República Democrática, además de resultar muy preocupante no solo por la imagen que proyectaba sino también porque los que huían, sobre todo jóvenes y miembros de los sectores de la población más preparados, obstaculizaban la recuperación económica”; es decir, el territorio estaba sumido en el séptimo circulo del infierno de Dante y todo aquel que tenía la oportunidad de huir, por considerar que no tenían buen futuro, lo hacía –este infierno del que todos buscaban escapar era causado por nada más y nada menos que la ideología del Diablo, esa llamada “Socialismo” –.  El muro llegó para detener este hecho.

Una vez construido el muro, se intensificaron tanto las ganas de escapar de todos los prisioneros del sistema que las personas preferían morir intentando hacerlo que permanecer allí; la primera víctima de la que se tiene registro fue Günter Liftin, fusilado sin compasión el 24 de agosto –tan solo 11 días después de la construcción– cuando intentaba cruzar el rio Spree en la zona de Humboldthafen que separaba por 30 metros a los dos Estados Germanos. Miles fueron abatidos o se suicidaron al ser descubiertos, sin embargo, es incontable la cantidad de personas que murieron de tristeza y desesperación por los efectos que tuvo para su vida el levantamiento del muro.

Este hecho, que ocurrió en el marco de la guerra fría, en donde se enfrentaba la cultura socialista de la URSS y la cultura occidental encabezada por EEUU, fue un hito que marcaría la historia contemporánea por ser un símbolo de lo que en su momento fue un mundo dividido entre el Socialismo radical implementado por la RDA –dirigida por la Unión Soviética– y el sistema promovido por Estados Unidos en la República Federal de Alemania (RFA).

Pasado casi tres décadas, el Socialismo cae derrotado el 9 de noviembre de 1989 cuando derriban el Muro de Berlín; ese día miles de personas salieron a derribar el muro de 43,1 kilómetros de largo, destruían el símbolo de aquello que los privaba de libertad y les impedía acceder a un futuro mejor. Sin embargo, muchos no parecen recordar este hecho o, peor aún, haber aprendido de ello; por un lado, aún hoy en día existen personas que sueñan con un Estado que se haga cargo de muchos, sino todos, los problemas que se presenten en la sociedad; y, por el otro, tenemos a personas que, sin considerarse “socialistas”, esperan un mesías que venga a resolver sus problemas –algo totalmente contradictorio–. Y es que hay que acotar algo de suma importancia: esto se debe al hecho de que, a pesar de que el el muro fue derribado en noviembre de 1989 simbolizando una batalla perdida para el Socialismo, ese día él mismo entendió que tenía que llegar a las masas intelectualmente en lugar de luchar por un territorio en concreto –batalla que han ganado hasta ahora–.

Del mismo modo en como el muro fue construido en nombre de la libertad de los pueblos y de la clase trabajadora como un “muro de protección antifascista” –denominado así oficialmente por la RDA–, hoy en día son muchos los que apelando a la libertad, sin autodenominarse “socialistas”, ejecutan acciones o esparcen ideas que atentan contra lo que dicen perseguir y defender. En el caso de Venezuela, hoy puede que no exista un muro físico el cual derribar, pero el símbolo que representaba ese muro en su tiempo persiste de muchas formas y colores en el campo ideológico, ético, moral y cultural.

El colectivismo –virus socialista–, en mayor o menor medida, se encuentra impregnado en el inconsciente colectivo; al preguntar sobre las causas de los problemas actuales, muchos apuntan a la falta de control del Estado –como si eso fuera bueno–, a la viveza criolla –corrupción–, adjudican la culpa a la avaricia del venezolano –pensando que nos estamos matando unos contra otros–, entre otros tipos de comentarios que no hacen más que confundir consecuencias con causas y denotan una miopía total a la hora de analizar el contexto actual. Por ello, en la actualidad hay que derribar no sólo uno, sino muchos muros para abrir el camino de la libertad.

Esto requiere, sobre todas las cosas, acción; el muro de Berlín no “cayó”, fue “derribado”, y para derribar muros se necesita esfuerzo, constancia, enfoque y herramientas; todo dentro del campo de la acción del individuo; esto es lo que se necesita. Por consiguiente, si queremos liberarnos de los muros que nos limitan, debemos actuar; no se puede esperar a que un tercero venga a solucionar nuestros problemas, a darnos libertad; la libertad no se solicita, es natural y, por tanto, se defiende; en toda la historia de la humanidad, no ha habido un tirano que haya entregado el poder con una sonrisa, es por esa razón que no podemos esperar ser libres esperando que otros nos libere. Seamos como los que vigorosamente salieron el 9 de noviembre de 1989, con extremo ímpetu –sin miedo–, a derribar los muros que nos presenta esa ideología del mal que tanto estragos ha causado a la humanidad.


Sobre el autor: Roymer Rivas
Coordinador Local de Estudiantes por la Libertad Venezuela, autodidacta empedernido, amante de las ciencias sociales y asesor financiero.


Esta publicación expresa únicamente la opinión del autor y no necesariamente representa la posición de Students For Liberty Inc. En el Blog EsLibertad estamos comprometidos con la defensa de la libertad de expresión y la promoción del debate de las ideas. Pueden escribirnos al correo [email protected] para conocer más de esta iniciativa.

Students For Liberty is the largest pro-liberty student organization in the world.

To get started, please select your region on the map.

Asia Pasific