En los debates es común el uso de falacias para desacreditar o vencer el argumento del rival al cual nos enfrentamos. Y si bien estas pueden ser buenas herramientas que nos hagan ganar la controversia(a ojos de los espectadores), carecen de validez argumentativa y veracidad. 

El día de hoy los invito a analizar la serie de Netflix el juego del calamar, la cual crea un verdadero hombre de paja respecto a su visión del capitalismo.

El juego del calamar nos presenta la vida de distintas personas que necesitan desesperadamente dinero, ya sea por sus gigantescas deudas o por difíciles problemas personales. Así, unos misteriosos hombres les ofrecen participar en una serie de juegos suicidas con la posibilidad de obtener una suma millonaria de dinero en caso de ganar.

Al avanzar la trama comienzan a aparecer distintas críticas dirigidas a nuestra realidad: desigualdad social, falta de igualdad de oportunidades, despiadados ricos que juegan con la vida de los más pobres, etc.

Lo más interesante de esta serie es que no se limita a transmitir este mensaje ya procesado, sino que sutilmente busca crear una alegoría de nuestra sociedad a través de las pruebas mortales.

No es para nada nueva ni novedosa esta forma de comunicar ideas. El mismo mensaje lo podemos encontrar en el hoyo o en el precio del mañana.

Sobre al autor…
Sebastian Citrea es estudiante de Derecho en la Universidad de Buenos Aires. Coordinador Local en Estudiantes por la Libertad Argentina. Coordinador de Blog en Forjar.

En este sentido, no son malas las críticas ni sirve posicionarse en dogmatismos a la hora de analizar ideas. Sin embargo, se repite el espejismo borroso que busca retratar al sistema capitalista, mediante la elaboración de un hombre de paja.

A continuación mi intención es hacer una breve exposición sobre cuáles son los elementos que componen al capitalismo de paja, presente en estas películas, y en qué se diferencia respecto al sistema en el que vivimos.

Michael de Montaigne fue un filósofo y ensayista del siglo XVI, el cual enunció el dogma Montaigne; estableciendo que una persona no puede sacar provecho para sí sin quitárselo a otro.

De este enunciado podemos arribar a dos conclusiones: 1) la riqueza está compuesta por una cantidad predeterminada y finita de bienes y 2) si hay ricos es porque han acaparado estos bienes, arrebatandoselos a los pobres.

Este concepto lo encontramos principalmente en el hoyo, donde la riqueza se traduce en comida y quienes están en los pisos más altos comen todo mientras que la gente de los niveles inferiores muere de hambre.

Incluso en el juego del calamar podríamos encontrar esta idea en los juegos donde uno de los participantes tiene que morir para que el otro se salve.

Suponiendo que realmente haya una cantidad finita de bienes sería injusto e inmoral que un grupo de personas se apropie de todo, dejando morir al resto -J. Locke, Segundo Ensayo-

Sin embargo esta idea es falsa puesto que en el mundo en el que vivimos la riqueza se crea y no se distribuye.

Tenemos conocimiento que la condición natural del hombre es la extrema pobreza y que a partir del trabajo y la innovación logra salir de esta funesta situación. Los bienes que gozamos son creados por nosotros mismos. Tenemos la capacidad de producir riqueza, con lo cual no habría una “torta que acaparar”.

Este tipo de producciones suele mostrarnos al humano como un ser pacifico y sociable que, debido a las exigencias o imposiciones del sistema capitalista, se convierte en el lobo del hombre. Una bestia cruel y despiadada.

En otro caso, puede que el mensaje sea que simplemente somos malvados naturalmente y por eso necesitamos que nos impongan “límites”, permitiendo así la actuación del Estado.

Esta cuestión no es para nada superficial, dado que el modo en que entendemos la naturaleza humana nos hace pensar las interacciones en el plano social de distinta forma, y así determinar restricciones y libertades para la vida en sociedad.

Habiendo resaltado la importancia de la cuestión, el hombre no es bueno ni malo, es racional y autointeresado.

Racional bajo las características de lo humano. Sentimos emociones, podemos ser influenciados y manipulados; pero tenemos la capacidad de pensar que nos permite evaluar los escenarios que se nos presentan.

Y también somos autointeresados, actuamos egoístamente debido a nuestra naturaleza individualista. Esto no nos vuelve “malos”, simplemente nuestras acciones se dirigen en base a nuestros deseos y aspiraciones.

Finalmente queda hacer una mención a la visión de la sociedad como lucha de clases, tan difundidas por el marxismo, la cual actualmente no se limita a lo económico; sino que se habla de opresiones de género, de raza, de nacionalidades, etc.

Desde la teoría de la plusvalía como forma de explotación podemos mencionar el error en cuanto a su formulación lógica. Marx sostiene que el trabajador produce valor (teoría del valor trabajo) que el capitalista se apropia. Pero si consideramos la actual teoría subjetiva del valor, donde la sociedad atribuye valor a las cosas, no hay algo de lo que se pueda apropiar el capitalista. Aquí caería el resto de la estructura sobre la que se basa esta explotación.

Otros podrían hablar de desigualdades legales, o de una superestructura donde todo un sistema valida la explotación de unos grupos por sobre otros. Y si bien podemos considerar y debemos trabajar sobre las desigualdades estructurales que sufren determinados grupos, sostener la existencia de un sistema malvado implícito que somete y oprime es algo conspiranoico, además de carecer de evidencia que respalde estas ideas.

Se podría concluir que nuestro sistema productivo se basa en la libre cooperación de individuos quienes, movidos por sus deseos personales, participan en la producción de riqueza para obtener beneficios individuales.

Diría Adam Smith: “No es de la benevolencia del carnicero, cervecero o panadero de donde obtendremos nuestra cena, sino de su preocupación por sus propios intereses”.

Para finalizar este artículo resta reafirmar la importancia de la crítica para el avance y la corrección de los errores que aquejan a nuestra sociedad. De nada sirve criticar fantasmas o espejismos, puesto que perdemos el foco de análisis realizando una crítica deshonesta.

Resta preguntarse ¿Cuáles son los problemas de nuestro capitalismo y de qué modo podríamos resolverlos?


Esta publicación expresa únicamente la opinión del autor y no necesariamente representa la posición de Students For Liberty Inc. En el Blog EsLibertad estamos comprometidos con la defensa de la libertad de expresión y la promoción del debate de las ideas. Pueden escribirnos al correo [email protected] para conocer más de esta iniciativa.

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