SÃsifo fue un personaje de la mitologÃa griega que fundó el reino de Corinto. Era tan astuto que habÃa conseguido engañar a los dioses. Ambicionaba el dinero y para conseguirlo recurrÃa a cualquier forma de engaño. La leyenda cuenta que SÃsifo fue testigo del secuestro de Egina, una ninfa, por parte del dios Zeus. Decide guardar silencio frente al hecho, pero cuando Zeus se entera y, con la presencia de Hades, la condena fue mucho peor que la muerte. Estando allÃ, Zeus y Hades, que para nada estaban contentos con las tretas de SÃsifo, deciden imponer un castigo ejemplar. Dicho castigo, consistÃa en subir una pesada piedra por la ladera de una montaña empinada. Y cuando estuviera a punto de llegar a la cima, la gran roca caerÃa hacia el valle, para que él nuevamente volviera a subirla. Esto tendrÃa que repetirse sucesivamente durante toda la eternidad. Argentina es literalmente el mito de SÃsifo: nunca progresar, siempre las crisis, siempre y para toda la eternidad.
Argentina es un ida y vuelta constante de un pozo que cada vez se hace más profundo. Cada dÃa, una noticia que parece de los ‘70, del 2001, del kirchnerismo más acérrimo y recalcitrante, del entreguismo berreta y del clientelismo populista. El kirchnerismo o, mejor dicho, el populismo tan arraigado en el inconsciente colectivo de la sociedad aprovechan esta situación de constante miseria y eterno retorno negativo para continuar con la implementación del pan y circo de más de 7 décadas.
No es una situación que parezca tener salida favorable: muy por el contrario, la piedra se hace más grande y las fuerzas se van agotando. Dejar de lado esa cruz cristiana es un acto heroico pero impracticable porque los guardias romanos del totalitarismo que prefieren el sufrimiento a toda costa si los objetivos propios logran ser cumplidos. El movimientismo sectario tÃpico de extremistas religiosos avala y promueve el sisifato argentino desde lo más profundo de su ser. Antes con la Ley de Medios y los canales afines, hoy con las redes, los escrachadores y el odio que emana desde lo profundo de su cantar.
Como un disco rallado que siempre repite la misma canción, el mito se vuelve realidad; el análisis dogmático de la existencia desde la decisión unidireccional de la arquitecta egipcia no permite ni quiere un centÃmetro de reflexión. AsÃ, cada dÃa se vuelve un calvario en donde los propios somos seres de un zoológico humano con observadores inhumanos. La pérdida de moral aflora como un árbol de moras en verano mientras las estaciones no se distinguen para la clase media argentina: esa misma que todos los dÃas sube la piedra a la montaña, ésta cae y vuelve a empezar el proceso.
Creo que el mito de SÃsifo expresa muy bien la realidad nacional en la que estamos inmersos: generaciones enteras que sufren una y otra vez las mismas polÃticas. Abuelos, padres y nosotros que siempre escuchamos lo mismo pero peor: dólar, inflación, impuestos, corrupción, etc. Eso, justamente eso, es el mito de SÃsifo argentino
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