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La definición filosófica de Argentina y, especialmente de la dialéctica populista, es muy similar al título de este artículo. No es erudición ni simpleza definir la existencia per se de los elementos, los entes o el ser, pero cuando las condiciones históricas se repiten, las síntesis resultan ser objetos de análisis reducidos, modelables y facilitadores para el investigador; eso es nuestro país: medidas “transitorias” que se vuelven permanentes y nos siguen llevando a la miseria.
Una vez más, tanto el endurecimiento del cepo como el impuesto a la “riqueza” se vuelven aditivos o condimentos de una receta hacia el fracaso, totalmente planeada desde lo más profundo del nacional populismo. Así, aunque el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, resaltó que las medidas tomadas para profundizar el cepo cambiario son “transitorias” y señaló que durarán hasta que la Argentina pueda “reponer” el perfil exportador, lo cierto es que cualquiera con educación básica en historia económica sabe que no es problema de la pandemia el problema del campo: muy por el contrario, es problema de un gobierno que solo sabe ahogar a impuestos al produce y esto es parte de esa lógica. Por el otro lado y, solo para mencionar otra medida, se enuncia que el impuesto a la supuesta riqueza es un “aporte solidario por única vez”. Primero, no es aporte solidario porque es una confiscación forzosa. Segundo, volviendo a lo que resulta de envergadura para nuestro análisis, todos sabemos que no será por única vez sino que, como el impuesto al cheque o a las ganancias, será de por vida. Tercero, sería algo que se grave por tercera vez (recordad que ya se pagan impuestos a los bienes personales y el ya mencionado impuesto a las ganancias que, por cierto, pagás básicamente si no sos pobre).
Finitud que se convirtió en eternidad es la metáfora argentina. La dialéctica heróica y de la emergencia se convierte en el manual aplicativo del autoritarismo platónico en la alegoría del barco. Las masas, los sometidos a la explotación impositiva o monetaria están encadenados sin miramientos y sin posibilidad alguna de soltarse de los mecanismos de sometimiento estatal. La eternidad, en sentidos pesimistas del eterno retorno de Nietzsche, se convierte en la realidad del día a día. Las sombras de la caverna se convierten en el mensaje de funcionarios que castigan a quien no avala el relato oficial y premian a los cómplices de la ejecución más perfecta del mecanismo del Foro de San Pablo.
El socialismo del Siglo XXI pero también el populismo surgido desde hace 70 años encuentra sus mecanismos dialécticos y comunicacionales de la emergencia como un simple método de convencimiento y sometimiento: la rotisería Los Kirchner vende la tortilla de papas como un color de rosas que por dentro esconde polenta pero que sueñan que es asado. Lo finito, lo contingente se vuelve eterno.. al igual que nuestra aborrecible realidad argentina.
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