Te contratan desde el Estado para hacer determinada tarea pero no solamente hay problemas para recibir las aprobaciones y las indicaciones sino que, directamente, no tenés conocimiento sobre cuál labor fue la que te asignaron y tampoco recibís respuesta alguna. De manera resumida, ese es el argumento de un gran libro: El castillo de Franz Kafka.



Muchos podrán criticar a Kafka por hacer demasiadas alusiones a la explotación y la alienación en el más puro sentido marxista, no solamente en esta obra, sino también en muchos otros relatos de su autoría y, en especial, en La metamorfosis. No obstante, podemos rescatar algunos conceptos.

Ya sea que el protagonista necesita escapar de las manos de la burocracia o que, como en este relato, necesita que le indiquen cuál es su labor, durante la obra de Kafka queda evidenciada una crítica al sistema que puede ser recogida y re interpretada desde un ideario liberal. De esta manera, el autor intenta poner sobre la mesa un tópico acuciante y revelador: lo agobiante que resulta el Estado para el acontecer del empresario, del trabajador, del ciudadano del día a día.

Muchos liberales, en especial en Argentina, son críticos del sistema burocrático que ahoga las intenciones de invertir y emprender en el país. No por nada la tierra del asado y el fútbol tiene el para nada elegante primer puesto de ser uno de los países con más impuestos en todo el mundo y, como consecuencia de eso, ser el segundo país más miserable del mundo. En esto, Kafka nos puede ayudar a comprender mucho.

Es menester que nos interioricemos y veamos que, para todos y cada uno de los que intentan día a día iniciar su negocio o empresa, de los que quieren sacar el país adelante, del que quiere trabajar, llegar a su casa y que el Estado lo deje vivir, comprendamos la visión kafkiana crítica de la burocracia. En ese sentido, no resulta ser casualidad que veamos los índices internacionales de creación de empresas cada 100 mil habitantes y ver cómo Argentina cae estrepitosamente cada año.

La burocracia en términos weberianos es necesaria y nadie lo niega: muchos liberales queremos un Estado chico pero eficiente pero tanto cuando necesitamos una solución que requiere de una aprobación de la burocracia estatal como cuando queremos que el Estado “nos saque las dos manos de encima”, tanto en una como en otra situación, la metáfora que Kafka elabora en sus escritos viene a la perfección. Debemos estar atentos a los mecanismos estatales y como, año tras año, la burocracia se transforma en un estereotipo que ahonda hasta los lugares más recónditos de las calles, la “BURROcracia”. Esa rama de la burocracia que nos ahoga cuando estamos nadando por nuestra cuenta y no nos da una mano cuando ella misma nos está ahogando, esa rama de la burocracia que debe cambiar y debe hacerse desde adentro. Volvamos a la burocracia weberiana o adoptemos los 2 tipos alternativos pensados desde la ciencia política y desde la sociología, pero no aceptemos la aberración burrocrática.


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