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En la historia que va de la mano con la economía se evalúan dos grandes revoluciones que transformaron progresivamente los contextos productivos, distributivos, planificadores, como también sociales y políticos, reconociendo que la economía no es una ciencia aislada en sí misma. Estas revoluciones fueron la agrícola o neolítica hace varios miles de años y la industrial que empieza a manifestarse a mediados del siglo XVIII. Estos hechos marcaron un verdadero cambio de rumbos, la neolítica expuso el control del hombre sobre los recursos y su planificación para la conservación y multiplicación; la industrial significó nuevas técnicas, nuevas innovaciones, una forma más rápida de satisfacer la necesidades, recortando el tiempo de producción como fue el caso de la introducción de la máquina de vapor de James Watt.
Jesús Luces
Coordinador Local Estudiantes por la Libertad Venezuela
Pero consideremos poder agregar otra revolución a los estudios de la historia económica, esa la podemos denominar la revolución informativa o comunicacional, pudiendo remitir sus orígenes tal vez a la invención del telegrama, de la radio y la televisión, o a las creaciones del gran Alexander Graham Bell. Lo cierto, es que las fuentes y medios de conexión e información han traído grandes cambios que podemos aunar al campo económico, tanto las más remotas (prensa, libros, caminos, carreteras, correo, etc.) como las recientes tal cual las citadas anteriormente pues, en la óptica moderna la información, sus fuentes, formas y velocidad generaran auges o caídas en mercados de distintos tipos; evaluar el impacto comunicacional en la materia lo podemos referir quizás a la adhesión de los postulados especulativos a los modelos económicos.
Esta reflexión histórica y teórica, debe servir para introducir un meollo actual en lo que respecta a la situación Venezolana, queriendo mencionar las puntuales denuncias que llegó a realizar el insigne comunicólogo e investigador, Antonio Pascuali, quién desde muchos años venía manifestando el grado de precariedad en el que des-evolucionan los medios comunicativos en nuestro país, resumidos estos en su ensayo “la devastación chavista”, publicado por la Universidad Católica Andrés Bello.
Y traigo este tema a colación por el hecho de que no podemos ignorar la importancia de la información en lo que respecta a un escenario de recuperación económica, hoy día reconocemos que las instituciones financieras y de la materia deben contar con grandes caracteres de credibilidad para que sus funciones rindan efecto, en especial para que la apertura de inversiones sea estable y duradera; si en Venezuela no colocamos un lupa sobre los casos y soluciones necesarias frente a carreteras destartaladas que aumentan los costos de transporte, frente a una falta de libertad de prensa que permita hacerse oír a las distintas opiniones que impulsen cambios de decisiones, frente a una constantemente disminuida e inservible fuente de comunicaciones telefónicas y de internet, si no les damos un papel fundamental en los planes de recuperación económica, no lograremos obtener buenos resultados en los cortos o medianos plazos, que son los más amenos frente a la crisis, sin obviar los de largo alcancé.
Sabiendo que las hiperinflaciones dejan amplias heridas punzantes en los sectores financieros de los países que la exteriorizan, sino buscamos caminos que alivien las fuentes de información que permitan ser mediadoras y transportadoras de los mensajes y señales de credibilidad y confianza, agregando la importancia de estos sectores comunicacionales a los proyectos de crecimiento y recuperación, será muy difícil impulsar el país al camino de un horizonte estable y conciso.
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