En estos días extraños y confusos vengo observando una tendencia que me ha sorprendido sobremanera. Muchos de los que nos denominamos “liberales” hemos estado pensado cosas parecidas y destacando los mismos problemas: la ingenuidad que nos reina. Esa posición ingenua de la antipolítica y la pureza hundred percent que aparece en muchos. El Mayo Francés proponía la utopía como modelo existencial. Yo vengo a proponer lo contrario: Seamos realistas, hagamos lo posible.


Brian Frojmowicz

Coordinador senior de Estudiantes por la lIbertad. Futuro coordinador del centro de Argentina. Estudiante de Ciencia política en la UCEMA.


La crisis profunda que atraviesa Argentina es ya conocida y no quiero gastar líneas en explicar los fundamentos de nuestra amarga decadencia. La pregunta clave es qué hacemos para solucionarla. Hay un falso dilema en el liberalismo. Están aquellos que privilegian la lucha cultural por sobre la praxis política olvidando el presente de la realpolitik y aquellos que apuntando todo a la política olvidan los fundamentos culturales de la política( las culturas políticas). Tanto una posición como otra a mi juicio se equivocan porque no existe tal dicotomía: son tareas que deben realizarse conjuntamente.

He versado en otras oportunidades sobre la necesidad de entender los horizontes culturales de existencia. En principio, la posición que sostiene la lucha cultural tiene dos grandes corrientes que la exponen. De un lado están los economistas que suelen abocar todo su análisis en un economicismo que tiene sus límites y los cuales he señalado en Los errores del economicismo. El otro sector es el que apunta contra el “Marxismo Cultural” y tiene como principales exponentes a Nicolás Márquez y a Agustín Laje. Es innegable el impacto que han tenido estos autores. Es una tendencia evidentemente derechizante que si bien entiende la necesidad de ampliar espectros y no se queda en apriorismos gastados implica otros peligros que ha señalado ṕor ejemplo Iván Carrino en Los errores de la Nueva Derecha. Lo más rescatable de esa Nueva Derecha es la comprensión de la flaqueza conceptual y práctica del individualismo apolítico. Sin embargo, evidentemente tiene contradicciones y problemas que muy bien señala Carrino y que han marcado otras personas.

Del lado de los que prefieren la política hay otros problemas. En primer lugar los referentes no son hombres que han hecho o tienen experiencia en la política partidaria, en la praxis del armado. Ese espectro carece del político profesional. La concepción enemiga del juego político que está ampliamente presente en las charlas liberales ha provocado la falta de producción de personas dispuestas a la política. Para citar un ejemplo, durante el año pasado circulaban encuestas que le daban 15 puntos a Espert y que lo situaban con un tercio del voto joven. Esto último fue una bandera de muchos de los que militaban su campaña y que en la realidad no existió a la luz de los resultados. El twitter no es la política. Otro ejemplo es lo que pasó con Assef que fue una jugada propia de la política que no se rige por la moral( la mayor parte del tiempo) sino por la necesidad.

También estos armados políticos siguen ensimismados en mostrar fotos de grandes almuerzos con canapés y hombres de traje. Un mensaje antipopular y elitista que lo único que hace es generar rechazo. Las fundaciones son importantes pero no son el espacio empírico de la política. No se puede pensar a la política como se la pensaba en el Partido Autonomista Nacional. Nuestra democracia es de masas y en tanto no de clubes. La generación del 80 se merece el mayor de los respetos pero no podemos extrapolar los contextos políticos.

¿Cuál es mi propuesta entonces? Necesitamos hacer política partidaria pero que carezca del elitismo nefasto que nos hace parecer “oligarcas” del barrio de Recoleta. Otro punto que debemos eliminar es el purismo. Argentina vive una crisis institucional de magnitudes estratosféricas que viene acompañada por una economía destrozada. Estos son tiempos de alianzas, de unidad de varios espectros. Este no es un juego de izquierda o derecha, de peronismo o antiperonismo, de liberalismo o antiliberalismo. La izquierda y el progresismo que con todas sus variantes deben ser combatidos (electoralmente) por una alianza que incluya a todos aquellos que creemos en el Estado de Derecho, el liberalismo político, el mercado como mecanismo generador de riqueza y la apertura al mundo. Esto incluye a muchos peronistas que rechazan figuras como las de Grabois que lo único que hacen es hundir al país. Esto incluye a aquellos que se dicen patriotas no por creer que su país es mejor sino por querer ver que su país salga del pozo. Esto excluye a algunos liberales que prefieren mantenerse “limpios” que creen que vivimos en un mundo donde la política no existe.

No es algo fácil de entender. A mí me costó un montón. Mi familia es completamente antiperonista y yo en parte heredé y comparto muchísimas de las críticas al peronismo originario. No por nada uno de mis autores preferidos en Juan José Sebreli. Yo solía ver a la realidad en términos de la teoría económica o de las ficciones atomistas. Sin embargo, uno tiende a entender que no vive sólo en el mundo y que su horizonte por mejor que sea que el de los demás, es uno de los tantos que existe y que evidentemente en algo falla al no poder hacer política partidaria. Muchos prefirieron el poder militar y la censura del disidente y así nos fue. Cada momento que pasa es otro instante de degradación moral y política de nuestro país.

La utopía es linda porque refleja perfección y alegría universal pero no deja de ser ficcional y fantasiosa. Los hechos (y lo digo en un sentido amplio para no entrar en cuestiones epistemológicas) siguen sucediendo. En base a algunas charlas que he tenido en los últimos días y posteos que he ido viendo coincido con un amigo en decir: SE ACABÓ EL SUEÑO DOGMÁTICO.
Tenemos dos opciones. Podemos ser como los jedi que no vieron que el mal estaba creciendo internamente y donde la democracia murió con un aplauso como dice Padme Amidala. La otra opción es enfrentar la realidad y formar un polo republicano que tanto desde lo cultural como desde lo político evite que Palpatine siga estando allí. Seamos
realistas, hagamos lo posible.


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