Está más que claro que una pandemia y su consecuente cuarentena, nos presentan un desafío en materia educativa que debemos tener muy presente. La manera de educar a nuestros niños y adolescentes cuando los mismos no pueden asistir a la escuela nos presenta una dificultad, pero también una oportunidad. Es por eso que trataremos de esbozar algunas aristas donde lo primordial sea entender cómo funciona la educación a distancia y si es o no fructífera para el futuro cercano.


Nicolás Pierini

Coordinador local de la ciudad de Mar del Plata. Estudiante de la Licenciatura en Ciencias Políticas y el Profesorado en Geografía de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Campeón Nacional de las Olimpiadas de Geografía y participante de las Olimpiadas de Historia y Olimpiadas de Economía. Ganador de Simulacros de la Organización de las Naciones Unidas locales, regionales y nacionales y simulacros de la Cámara de Senadores.


Pocos habrían creído hasta hace solo 5 o 6 meses que una pandemia tan catastrófica desde el punto de vista sanitario y económico, se suscitaría en nuestra realidad. Ninguno de nosotros hubiese imaginado que una cuarentena de por lo menos 15 días, pondría en jaque el aparato productivo y las acciones cotidianas de nuestras vidas. Tan solo algunos, habrán sido capaces de esbozar consecuencias de tal magnitud, que obligarían a los mecanismos educativos, a reinventarse sobre la marcha con el objetivo de enseñar a distancia a niños, adolescentes y adultos.

Lo concreto es que aquí estamos, en una cuarentena que por ahora no es como la italiana, la española ni la china, hasta hace tan solo algunos días. Estamos en casa, haciendo home office, realizando labores, buscando divertimento y usando al máximo nuestros aparatos electrónicos, tanto sea para suplir la producción como para despejar nuestra mente. No obstante, nuestros niños están en una situación igual o incluso peor. Las escuelas, el gobierno nacional, las universidades públicas y privadas, están realizando mecanismos sobre el aire, confusos y poco eficientes, para enseñar a distancia y usar aulas virtuales. Esto nos pone, una vez más, ante el difícil desafío de suplir la educación presencial, del día a día y “normal”, con mecanismos alternativos ante los que muchos están reacios.

Aun así, esto no es nuevo ni en el mundo ni en nuestro país. En concreto, en Argentina, el SEAD (Servicio de Educación a Distancia) es el mecanismo estatal para brindar educación a aquellos alumnos del primario y secundario que se encuentran temporal o terminalmente en el exterior. Aunque no parezca algo conocido por la mayoría, la realidad es que muchas familias se valen de este servicio para complementar la educación de sus hijos, cuando se producen viajes de meses o años que ya han sido planificados. Estas familias, reciben innumerables críticas al respecto de su manera de educar a sus hijos, donde son calificadas de irresponsables por no llevar a sus hijos a la escuela.

Pese a eso, los datos nos pueden aclarar un poco más, la realidad ante la cual nos encontramos. Por un lado, según el Observatorio de Educación Virtual de la Organización de los Estados Americanos (OEA), “Argentina, por caso, muestra una cobertura cercana a 130 mil estudiantes a distancia ​que representan cerca del 6,5% del total, con una participación del sector privado del 35%”. Si bien es un número reducido respecto a los demás países de la región como Brasil o México, es un número que va in crescendo y nos otorga oportunidades históricas en tiempos de virtualización absoluta. Justamente, en el primero de ellos, desde el 2008 se realiza un examen de aprendizaje, el ENADE, que deben rendir todos los estudiantes en su último año de estudios universitarios. “Los resultados permiten mostrar que no hay diferencias significativas en los aprendizajes realizados entre las modalidades. Más aún, en varias áreas, los resultados de las pruebas masivas muestran resultados persistentemente superiores por parte de los estudiantes a distancia“, sostienen los directores del observatorio. Por otro lado, en términos de mercado, la agencia Market Research Future calcula que el mercado global de educación online aumentará a una tasa de crecimiento anual del 24% entre 2017 y 2023. De confirmarse la previsión, la industria pasaría a mover 423 billones de dólares en seis años. Esto, nos ayuda a comprender el futuro ante el cual nos encontramos; uno en donde lo primordial refiere a los mecanismos de educación manejados por el yo.

Pese a lo poco pero fuerte que tratamos de relatar, la educación a distancia tiene profundas y difíciles resistencias, en especial cuando se habla de educación primaria y secundaria.La educación a distancia permite una mayor individualización de los aprendizajes, educación más selectiva a los particularismos, seguimiento y tutoría a los docentes y estudiantes, y mejores recursos de aprendizaje. Todo va conformando un escenario de mejores posibilidades en donde el educando puede sentirse único e inigualable, en donde el bullying sea cuasi erradicado y en donde se manifiesten todos y cada uno de los talentos que hemos hablado en otros artículos sobre educación que se encuentran en este blog.

Muchos dicen que la educación a distancia justamente posee ese problema: la distancia. Eso es muy discutible. La distancia no puede ser definida en términos meramente longitudinales, propios de disciplinas como la física, la matemática o la ingeniería, de las cuales poseo escasos, por no decir nulos conocimientos. Está mal llamada la distancia. ¿Cuál distancia? Más distante es el alumno presencial que asiste cinco veces por semana. El alumno digital puede estar siempre conectado y cerca del aprendizaje. El mundo muestra cómo la distancia rompió muchos paradigmas. Esos paradigmas, pueden ser contrariados por algo tan simple como la posesión de los artículos electrónicos que hace años no existían en las manos de todas las familias. En su visita al país, William Ballhaus, CEO de Blackboard, una plataforma de e-learning con 3 millones de usuarios en Latinoamérica, dijo: “Hay que pensar la educación de una nueva manera considerando que hoy los chicos nacen con un celular en la mano. En el mundo, el 95% de las universidades coinciden en que los recursos tecnológicos hacen la educación más eficiente para los estudiantes, además de ser vital la interacción entre el docente y el alumno“. Está claro que es posible que no todas las familias posean 3 computadoras para proveer a cada uno de sus hijos en edad escolar, la correcta transmisión de conocimientos de manera simultánea, pero aun así, la verdad es que no se necesita esa obligación horaria, o la posesión al mismo tiempo de los objetos o, incluso, la existencia todos los días de la educación virtual.

Aquí no se habla de una sustitución de la educación presencial, donde uno se escinde de los beneficios de las realizaciones de vínculos de amistad, amorosos, de pares o de alumno a docente, sino de una complementariedad que día a día es resistida por amplios sectores de la sociedad, apegados al conservadurismo que estimula la debacle educativa en la cual nos encontramos y no abraza el progreso sustentado por datos, experiencias y resultados concluyentes. La educación a distancia no puede ni debe suplantar a la educación presencial, sino que simplemente debe ser el apoyo, el suplemento, el compañero de fórmula ideal para los mecanismos que tradicionalmente usamos.

El coronavirus obligó a instituciones públicas y privadas, desde el nivel inicial hasta el universitario a usar aulas virtuales e implementar mecanismos de educación a distancia aun para aquellos que no querían hacerlo. Nos obliga a ser responsables con la educación de nuestros hijos, pero lo cierto es que si desde todas las partes el empeño y las acciones coordinadas son dadas de la manera más correcta posible, los resultados demostrarán que no se han perdido contenidos ni mucho menos. Es más, en aquellos casos en donde la educación a distancia ya era un complemento, los resultados probablemente sean superiores.

Esta pandemia es la oportunidad histórica que necesitábamos para poder lograr una educación a la altura de interconectividad mundial y la información que nos brinda internet. Es menester que la aprovechemos pero que no solamente la usemos por estos 15 o 30 días sino que sea un complemento de todos los días para nuestros alumnos. Si se hacen las cosas bien, todos nos daremos cuenta, ergo, se seguirá utilizando esta herramienta que muestra muy buenos resultados. Caso contrario, seguiremos ignorando los beneficios de la tecnología y nos adentraremos aún más en su mal uso y en el declive educacional.


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