Las sociedades libres no son ni automáticas ni autosustentables. Se sostienen en base a la acción humana social, a la acción que cada uno de los individuos de la sociedad realiza, pero, ¿por qué el hombre actúa como actúa?, ¿cómo deberían actuar en una sociedad libre?, ¿cuáles son los requisitos psicológicos que necesitan para poder vivir en esta? Este artículo pretende dar una aclaración general al respecto.


Paúl Alejandro Velasteguí Vallejo

Coordinador local de Estudiantes Por la Libertad en Ecuador. Estudiante de la facultad de Ciencias Psicológicas. Guayaquil – Ecuador.


 Las sociedades libres no son para todos, entonces cabe preguntarse: ¿por qué desear una en primer lugar, si no hay certeza de que me vaya a gustar? Esta pregunta tiene su respuesta al final, tal vez el lector la deduzca antes.

     Imaginemos dos ejemplos concretos: una persona entra a alguna de nuestras conferencias de Estudiantes Por la Libertad y recibe una charla maravillosa acerca de lo que es el capitalismo y sobre las bondades del libre mercado, más de uno de ustedes ha sido partícipe en ese tipo de charlas, tanto como receptores o como emisores, pues bien, ¿cuáles son las emociones más comunes que se suelen ver después de esto? En esencia, son dos: alegría y enojo, lo que se puede traducir como: aceptación y rechazo.

     En términos psicológicos, este ejemplo posee otro nombre, se le conoce como “proceso emocional” (Stotts, 2018), es, en realidad, algo sencillo de comprender. ¿Se pudo observar que, antes de que la persona reaccionara alegre o enojada tuvo que primero saber qué era aquello que hablábamos, el tema que estábamos tratando o la tesis que queríamos defender? Es la primera parte del proceso, se llama “identificación”.

     No se detiene ahí, luego de que sabes de qué se está hablando, la mente subconsciente lo juzga, en base a tus ideas, creencias y pensamientos previos, la segunda parte del proceso se llama “evaluación” aquí determinas si aquello que lograste identificar es bueno o es malo, lo que conduce a la tercera y última parte: la “respuesta emocional”, producto de los procesos previos. Es importante entender bien este proceso, por más simple que parezca, puesto que de aquí se elabora toda tu estructura mental, esto es: la forma en que piensas, la forma en la que sientes, los gustos y valores que eliges, los amigos que aprecias y la pareja que amas, el trabajo que te mantiene y un largo etcétera.

     Como mencioné anteriormente, las sociedades libres no son para todos, pero no por eso significa que no deban ser, ¿o es que acaso nosotros, como personas, no tenemos características y necesidades en común?, comer, dormir, beber, ser felices, ¿no constituyen necesidades para todos y cada uno de nosotros?, ¿qué puede ser más necesario para nosotros que nuestra libertad? Nada, diría yo, pero hay quienes piensan lo contrario, estos pertenecen al grupo del enojo, de la impotencia y del rechazo: al grupo de aquellos que no están preparados mentalmente para vivir en libertad.

     Todo este conjunto de ideas, de juicios, de evaluaciones, representan nuestra propia filosofía de vida; cuando nos agrupamos en sociedad, se forma entonces una clase de política en específico. Si los hombres fueran viciosos y corruptos, se tendría un gobierno igual de pútrido que sus habitantes, si los hombres son buenos y honrados, el gobierno tenderá a ser de esta forma. El hombre vive de su filosofía; la sociedad, de su política. 

     Las emociones previas dadas en el ejemplo anterior son mucho más profundas de lo que aparentan ser, puesto que representan una visión de cómo ellos gustarían de vivir en sociedad, esto engloba los siguientes puntos, conocidos como “evaluaciones base” (Beck, 2011): visión de uno mismo, visión de los otros, visión de la realidad. Estas concepciones dadas determinan todo el curso de nuestra vida, de nuestros romances y nuestro trabajo. Es mejor conocido como: sentido de vida (Rand, 2009), que es la forma en que nosotros experimentamos nuestra propia filosofía de vida en forma de emociones, emociones tan intensas y profundas que muchas veces se es incapaz de encasillarlas en un solo término.

     Si mi sentido de vida es malevolente, es errático, es dañino es porque la concepción que tengo sobre mi vida, otros y la realidad es así de perversa, si mi sentido de vida es benevolente, íntegro y beneficioso es porque tengo una concepción favorable de las tres áreas ya dichas, esta actitud general hacia la vida es una respuesta a preguntas tales como: ¿será que soy digno de conseguir algo?, ¿se puede confiar en las personas que me rodean?, ¿acaso puedo obtener lo que deseo en esta vida? Los diferentes tipos de respuestas ante estas (y otras) preguntas pueden desencadenar en diversos trastornos mentales o en la muestra de la salud mental, dependiendo de cada individuo.

     Los que conocen sobre psicoterapias, ¿cuántos pacientes con depresión no entran al consultorio diciendo que no se merecen nada de lo bueno que les está pasando y que necesitan ser castigados?, ¿cuántos pacientes narcisistas habrán que creen que no sólo pueden obtener lo que desean, sino que todos nosotros estamos obligados a dárselos?, ¿cuántos paciente no habrán con indefensión aprendida, pensando que no pueden conseguir lo que quieren ni hacer nada al respecto? La lista es larga, que cada quién piense en más ejemplos con variantes a respuestas a estas preguntas.

     Con esto en mente, retomemos la pregunta inicial: ¿cómo hacerse psicológicamente apto para vivir en una sociedad libre? Para responder a esta pregunta, debemos saber cómo es vivir en una sociedad libre, en términos muy simples viene a ser: vivir sin que el gobierno interfiera en la vida del individuo… y en su billetera. Desde este punto de vista, el hombre, cada uno, debe, por su cuenta, tomar todas las decisiones relacionadas a su vida, a sus finanzas, a su carrera, a sus amigos, a sus valores… es decir: su felicidad va por su cuenta.

     En el Ecuador, por ejemplo, no tendría un IESS al cual pagar mensualmente por su ineficiente servicio de salud y jubilación, los industriales y empresarios no tendrían todas las barreras burocráticas que le impiden formar su negocio, el ingreso a la universidad no estaría regulado por la SENECYT sino por cada universidad en particular y podemos seguir hablando de esto de por mucho tiempo.

     De todas estas características, ¿cuál es la esencia que permite unificar todos sus puntos en común? La autorresponsabilidad, siendo esta la esencia de todos y cada uno de los requisitos psicológicos para una sociedad libre (Packer, 2013). ¿Ahora se entiende por qué la gente reacciona enojada ante las ideas de la libertad? Les estamos diciendo a unos mantenidos que deben hacerse cargo de sí mismos. 

     El hombre, si desea vivir en este tipo de sociedad, debe de tener no sólo el deseo, sino la voluntad de hacerse responsable de su propia vida. La autorresponsabilidad, dentro de la psicología, permite que el hombre experimente un control sobre su vida, que es capaz de hacer algo en ella, puesto que, si no eres responsable de tus actos, entonces no eres responsable de tus logros… ni errores. Es crucial para la autoestima y su desarrollo.

     Con esto en tela debemos, primero, entender algo: la autorresponsabilidad no surge por sí sola, este requisito posee prerrequisitos. Antes de cuidar de tu “yo”, fórmalo. Si quieres hacerte responsable de tu vida primero pregúntate: ¿qué forma parte de tu vida?; ¿tienes ideas claras de lo que deseas en esta o son sólo aproximaciones difusas de lo que podría llegar a ser?; ¿tienes establecido tus gustos y preferencias o te conformas con lo que venga?; ¿cómo es tu sentido de vida?, ¿lo quieres?

     Responder estas preguntas, reformularlas y ponerlas en prácticas a unas más funcionales no es tarea fácil y es prácticamente imposible que, en este artículo, se pueda explicar todos los procedimientos, técnicas y metodologías aplicadas para que esto ocurra. Sin embargo, sí podemos hablar en términos generales sobre esto, sí podemos dar las bases para formar una respuesta apropiada. Las respuestas claras a estas preguntas pueden ser vitales para muchas personas, no sólo para aquellas que asisten a terapia.

     ¿Cómo formas tu “yo”, también conocido como sentido de identidad (Packer, 2013)? Formar implica acción, implica actividad, implica práctica. El vivir conscientemente es el primer paso para lograrlo. El vivir conscientemente no es más que aplicar la razón a todas las áreas de tu vida (Branden, 2011), tanto internas (deseos, gustos, preferencias), como externas (sociedad, gobierno, entorno). Por aplicar la razón nos referimos aquí a aceptar que lo que existe, existe. Sea bueno, como una virtud, o malo, como un vicio, y que podemos integrar todo ese conocimiento interno y externo de forma lógica, es decir: sin contradicciones, las cosas son lo que son.

     Por dar un ejemplo: supongamos que un hombre se da cuenta de que es un alcohólico pero que decide negarlo, lo justifica diciendo frases como “sólo son unas copas”, “sólo son los fines de semana”, “no me hace mal” y así. En este caso es imposible decir que está aceptando las cosas como son, además de que es ilógico en sus frases para defenderse. Una forma de poner en práctica el vivir conscientemente sería la de aceptar el hecho de que el alcohol está dificultándole o imposibilitando el desarrollo normal de sus actividades diarias y que debe parar con su consumo excesivo.

     ¿Se puede ver porqué está tan relacionado con la autorresponsabilidad? Si no sabes de quién ser responsable, no lo serás. Esta práctica también va relacionada a la autoestima (Branden, 2011), dado que tomas un curso de acción que favorece tu vida y que te ayuda a alcanzar tu felicidad personal. 

     En la parte interna del individuo, al momento de uno conocerse podrá darse cuenta de que posee valores, cosas, personas e ideas que aprecia y gusta, que le causan alegría y goce, pero también podría darse cuenta de que posee antivalores, vicios, actitudes de uno mismo que pueden no gustarnos… toda esta selección de valores tiene que ser puesta sin contradicción en tu mente. Imagina que dices amar tu vida, valorarla, pero gustas de usar drogas altamente adictivas o te descuidas físicamente hasta llegar al desnutrimiento u obesidad mórbida, ¿realmente podrías decir que amas tu vida si te tratas así? Sin una consistencia entre tus valores, sin una integridad personal (Branden, 2011), no podrás desarrollar una identidad que sea estable, evitando así ser responsable de ella. Lo único que obtendrías sería alguna disonancia cognitiva o alguna suerte de neurosis.

     Al momento de formar tu identidad seleccionando los valores que la conforman cabe preguntarse, ¿todos esos valores son cosas que a ti te gustan, o es lo que le gusta a tu padre, madre, familia, amigos, grupo, etc.? ¿Cómo ser responsable de tu vida si son otros los que eligen los que debes hacer en ella? Todo esto responde al nombre de independencia psicológica (Packer, 2013), esta es una condición necesaria, junto a las otras ya mencionadas, para vivir en libertad. La independencia psicológica es el vivir pensando por uno mismo, actuando por uno mismo, valorando por uno mismo y amando por uno mismo.

     Puesto que en una sociedad libre nadie va a pensar por ti, nadie va a razonar por ti, nadie va a elegir tus gustos por ti, mucho menos a ser íntegro por ti, se te da el paso libre para que vivas por ti.

     La autorresponsabilidad, el vivir conscientemente, la integridad personal y la independencia psicológica son los requisitos psicológicos para vivir en una sociedad libre, al poner en práctica estos principios, los interiorizamos y los hacemos parte de nuestra estructura mental, podremos asegurarnos el estar aptos para vivir en libertad.

     Educando a los niños, no con miedo al castigo, sino con gusto al descubrir; alentando sus virtudes y corrigiendo sus errores; enseñándoles a razonar, no a dejarse llevar por sus emociones, puede favorecer el cultivo de estos requisitos y, para los adultos, tomar el compromiso consciente de actuar en base a esto, no estar en la pasividad constante de la espera de un mejor mañana, sino hacerlo realidad, sólo así podrán lograrlo.

     A lo largo de la historia del hombre, sólo el capitalismo ha demostrado ser el único sistema político capaz de darnos la libertad que merecemos y que muchos buscamos, si no se defiende nuestra libertad de cualquiera que atente contra ella, sea un individuo o cierto tipo de partido político, se pierde. Y su recuperación puede resultar ser larga y descorazonadora.  

     Se preguntó al inicio del artículo ¿por qué desear una sociedad libre en primer lugar si no hay certeza de que nos vaya a gustar? La respuesta es sencilla: porque sólo actuando de acuerdo con los designios de tu propia mente sin ser forzado a nada, es que puedes vivir tu vida, alcanzar tus metas y ser feliz.

Bibliografía

Beck, J. (2011). Cognitive Behavior Therapy: Basics and Beyond. New York: The Guilford Press.

Branden, N. (2011). Los 6 pilares del autoestima. Barcelona: Paidós.

Packer, E. (2013). Lectures on Psychology: A guide to understanging your emotions. Laguna Hills: TJS Books.

Rand, A. (2009). El Manifiesto Romántico. Buenos Aires: Grito Sagrado.

Stotts, J. (2018). Eros and Ethos: A new theory of sexual ethics. Irvine: Erosophia Enterprises.


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