El liberalismo siempre ha sido criticado desde sectores ambientalistas, facciones de izquierda y grupos de centro por su nula o escasa participación en movimientos de defensa del medio ambiente ante los peligros y oportunidades que nos trae el cambio climático. Como en muchos casos, sus prejuicios son falacias. Aquí demostraremos, apoyándonos en lo que ya se ha escrito, que no hay ninguna ideología que sea más beneficiosa para la homeostasis terrestre que el liberalismo.


Nicolás Pierini

Coordinador local de la ciudad de Mar del Plata. Estudiante de la Licenciatura en Ciencias Políticas y el Profesorado en Geografía de la Universidad Nacional de Geografía.


Como afirmamos en la introducción, desde el surgimiento y sobre todo desde que los movimientos ambientalistas han ganado mayor visibilidad, el capitalismo, y en especial el liberalismo, han sido criticados por su acción negativa sobre el medio ambiente, siendo casi responsable por los desastres NATURALES que se desarrollan día a día alrededor del globo. Ya sea por envidia, ya sea por odio, ya sea por resentimiento, por violencia o por cualquiera de las ya conocidas excusas para nada pacíficas de los movimientos mencionados, el liberalismo siempre ha recibido golpazos en el tema medioambiental, geográfico y comunicacional. Lamentablemente, estas batallas, como así también la cultural, se han perdido y es por eso que debemos responder, primero con los datos (sic) y también desde lo moral, lo concreto y lo comunicacional.

Antes de centrarnos en el análisis meramente estadístico y lógico me gustaría efectuar una importante aclaración. Por décadas -o incluso siglos- los liberales han discutido sobre la -in-existencia del cambio climático por causas antropogénicas y por eso creo que nos merecemos un apartado breve pero contundente. La disciplina que estudia esto es la climatología y no el liberalismo. Nuestro deber es poder adaptar y por sobre todas las cosas, defender nuestras libertades individuales en todos los contextos posibles y, uno de ellos, es claramente uno en el que el hombre modifique el clima. De este modo, tendríamos que enfocarnos en mitigar las consecuencias de las fluctuaciones o variaciones en el clima -conceptos de la climatología en los que no vale la pena inmiscuirse- de modo tal que no afecte -o lo haga de la menor manera posible sobre- nuestros derechos naturales. 

En primer lugar, no resulta para nada nuevo que el liberalismo sea criticado sin fundamentos. Por eso mismo, no hay mejor manera de rebatir esas falsas acusaciones que solo son perpetradoras de mentiras y falacias, con datos verídicos y conocidos por una minoría demasiado escasa para la importancia que denotan. A continuación se ven diferentes gráficos de barras y curvas donde se puede observar claramente que aquellas economías más libres resultan ser las más beneficiosas para el medio ambiente con resultados extraordinarios en materia de calidad medioambiental. Curiosamente, los estados más reprimidos, aquellos vanagloriados por el socialismo, son los que peor rendimiento tienen, pero casualidad o excusa, no son nombrados ni castigados.

Como segundo punto, nos centraremos en el uso de la lógica para entender por qué el desarrollo, la productividad, el capitalismo y en especial, el liberalismo económico, es el mayor beneficioso para el uso de las energías renovables y la progresiva pero continua reducción de las energías fósiles. Bien sabemos los liberales que no hay nada que nos moleste más que la vulneración de alguno de nuestros derechos. Por eso mismo, si nuestra vida corre peligro, si nuestra propiedad se ve amenazada o si nuestra libertad de acción se ve restringida por desastres ambientales, bien sabemos que estaremos en contra de aquello que lo provocó. En ese sentido, somos nosotros los principales promotores de las energías que, siendo más baratas y provocando un menor impacto (o beneficio) en el ambiente, puedan ayudar a mantener a la tierra en condiciones aceptables de vida. No es casualidad entonces, que el párrafo anterior tenga esos números.

No obstante, en tercer término, también hay que reconocer que ha sido en gran parte error del liberalismo no salir de ese círculo infernal de crítica, golpazo, knock out y desmayo. Desconocimiento en geografía, en temas medioambientales, en meteorología, en climatología, en hidrología y en otras disciplinas de vital importancia para la comprensión de lo que sucede día a día alrededor del globo, es un punto donde el socialismo nos ha ganado y por goleada. La mayoría de los especialistas se pasean por los medios, las academias y las universidades citando y enunciando denuncias abiertas y con tergiversaciones muy importantes sobre el rol del capitalismo en el cambio climático antropogénico. Por eso mismo, somos nosotros los que tenemos que adentrarnos en el mundo de las disciplinas geográficas para poder contrarrestar con argumentos sólidos y consistentes, las cientas y cientas de falacias que todos los días se afirman en los medios de comunicación. Los liberales no podemos quedarnos solo en la filosofía y, en especial, en la economía. Debemos comprender que hay puntos donde perdemos por mucho y es ahí donde tenemos que enfocar nuestros esfuerzos. 

En cuarto y último lugar, quiero enfocarme en las soluciones planteadas por los grupos de izquierda respecto a la mitigación, prevención y hasta algunos dicen, erradicación del cambio climático desde el punto de vista antropogénico. De este modo, resumiré de manera lo más breve y concisa posible, las 2 vías de solución que día a día se proponen y que van de la mano una con otra, casi como una sola solución con dos aristas. Por un lado, se plantean a grandes rasgos, cuestiones relacionadas con el desarrollo, el progreso y el crecimiento económico. Estos grupos, afirman que la única manera de mitigar las fluctuaciones climáticas es reduciendo el crecimiento económico al mínimo, imponiendo trabas a la producción o, incluso decreciendo económicamente. No hace falta decir por qué esto es una aberración, porque simplemente con una lectura rápida se puede comprender su míriada y estrafalaria locura (sic). Claramente, una reducción del progreso derivaría en un aumento de la pobreza y la tan querida desigualdad por parte de estos grupos. Esa reducción de la calidad de vida de la población derivará en un claro olvido de las políticas medioambientales porque, como sabemos, los deciles más bajos solo se preocupan por satisfacer sus necesidades básicas y no tienen, lastimosamente, tiempo ni recursos para ponerse a pensar o elegir entre energías renovables y fósiles. Del mismo modo, pero desde el lado empresarial y productivo, una reducción del crecimiento económico derivaría en un cierre de empresas entre las que se pueden encontrar aquellas que usen energías renovables o, incluso, de aquellas que son las responsables del desarrollo y construcción de energías renovables. Por otro lado, y realizando una crítica que no se ha realizado muchas veces respecto a este tópico, nos centraremos en la capacidad de los funcionarios para resolver las cuestiones relacionadas a los desastres medioambientales. Siempre se dice que el Estado debe aumentar su presencia en el tópico imponiendo nuevas y más regulaciones, impuestos, funcionarios, entre otros mecanismos de aumento de intervención estatal, suponiendo que esto será beneficioso para el medioambiente. Más de uno, quiero creer ha podido darse cuenta de la falacia de causa falsa que esto trae aparejado. Además, los datos demuestran que la presencia del Estado suele ser mala en (casi) todos los ámbitos de la vida, con lo cual tampoco tendría ni un centímetro de validez lo enunciado. Pero volviendo a los mecanismos del Estado, si los datos demuestran que las economías más libres son las que poseen mejor rendimiento ambiental, la presencia del Estado solo va en contra de la premisa enunciada anteriormente. Por último, si tomamos en cuenta la ecuación del riesgo, nunca se deja entrever que el Estado es el que debe realizar todo el proceso. 

Riesgo= Amenaza x Vulnerabilidad

  Prevención + Mitigación

Como dice su nombre, esta es una manera aproximada que los geógrafos, climatólogos y geólogos poseen para poder determinar cómo tendremos un desastre natural de manera aproximada. Algunos dirán que no solamente el cambio climático tiene que ver con desastres naturales y es cierto, pero por lo pronto quería detenerme en este punto. Aquí se observa que la amenaza (ej: volcán) multiplicado por la vulnerabilidad (las condiciones de un lugar, ej: infraestructura resistente, posición respecto al volcán) sobre la prevención más la mitigación (mecanismos para prevenir y reducir los posibles daños) nos aproximará el daño de ese riesgo. Y el Estado no es el único que debe encargarse de eso. Las empresas y sobre todo, los individuos no queremos que un desastre destruya nuestro patrimonio, por eso queremos prevenir estos desastres y eso incluye, energías renovables y mecanismos para que no sea afectada nuestra propiedad privada al igual que la libertad y nuestra vida.

Por esto, el liberalismo debe adentrarse en las cuestiones del cambio climático rebatiendo las falacias enunciadas en nuestra contra y demostrando de manera clara y contundente que el capitalismo le sienta muy bien al ambiente. Además, debemos dejar de discutir sobre la existencia o no del cambio climático antropogénico y comprender que nuestro deber es, asumiendo que existe, mostrarle al resto del globo, que bajo ningún punto de vista, el capitalismo es el mayor provocador de los desastres naturales y de los efectos del cambio climático. También, tenemos que ser nosotros los que mostremos que las estrategias de adaptación son las más adecuadas para que no se produzca una vulneración sobre nuestros derechos, sobre nuestra propiedad privada, sobre nuestra libertad individual y sobre nuestra vida, porque si hay algo que nos molesta a los liberales es que alguno de los 3 puntos sea atacado, violentado y reducido en el pleno ejercicio de los mismos.


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