Venezuela entre la corrección polÃtica y el totalitarismo
Todos los individuos deben tener la libertad de manifestar lo que sienten y lo que piensan, esa es una acción básica del ser humano, no solo una forma de externalizar lo que se lleva dentro, sino también de incentivar el intercambio, de encontrar aceptación o discordancia para aprender y mejorar.
Oswaldo Silva MartÃnez Internacionalista | Staffer EsLibertad |
En Venezuela el debate público es constante e intenso.
No se trata solamente de un producto de los tiempos que se viven, donde la información se transmite en tiempo real y donde la mayorÃa puede acceder a medios donde plasmar su pensamiento, sino más bien del interés genuino por saber lo que sucede y expresar una opinión. Esto no es algo exclusivo de millennials o zoomers, todos, independientemente de su edad, quieren externalizar su interpretación de lo que se vive, como si se tratase de una válvula de escape.
Aunque parezca obvio, vale la pena destacar que la causa principal de esta constancia e intensidad se encuentra en el desastre que impuso el socialismo. La realidad es tan abrumadora, las soluciones no parecen llegar y los medios de comunicación tradicionales callan por tanto tiempo, que el ciudadano debe tomar su teléfono y gritar, siente la responsabilidad de denunciar y exigir.
En este paÃs pasan tantas cosas – muy graves – en todo momento, que seguirle la pista a todo es tarea difÃcil. Eso ha hecho que la necesidad de comunicar e intercambiar pase a ser algo rutinario: desde tomar una foto a un accidente de tránsito y reportarlo mencionando a una estación radial en Twitter, hasta el hecho de increpar a los polÃticos por las decisiones que toman.
Desafortunadamente, las personas sienten que tienen todo en contra.
Vuelve a sentirse como obvio recordar las desventajas de un régimen totalitario incipiente, donde por un tweet se puede ir preso, donde por una mala palabra o la descripción de un sueño pueden detonar el seguimiento de los servicios de inteligencia y cuerpos militares. Sin embargo, ahà no se queda todo. El individuo, al ejercer su libertad, no solo debe cuidarse del totalitarismo, sino también de la corrección polÃtica.
Venezuela tiene tantos problemas y está tan atrasada con respecto a los denominados problemas del primer mundo, que la corrección polÃtica no se aplica por un mal comentario sobre la comunidad LGBT, o por criticar el casting de una actriz negra para la pelÃcula de La Sirenita, no. La corrección polÃtica hace justicia a una de las palabras que compone el concepto, ya que es aplicada principalmente en asuntos relacionados a la cosa pública.
Por hecho y por derecho, parece que disentir, expresarse y criticar es un delito institucionalizado.
Independientemente de la crisis del paÃs y del uso de las redes sociales como válvula de escape, todos los individuos, por el simple hecho de serlo, merecen respeto y se les debe permitir expresarse. Luego, si lo que hacen termina por dañar a otros (tratándose de injuria o incitación al odio), se les debe aplicar la ley, pero ese juicio no se puede ejecutar por adelantado.
Tener una opinión sobre una realidad – y más cuando ésta afecta directamente la vida de todos – no está motivado por el odio o la intención de dañar, es parte de la dinámica polÃtica donde todos tienen participación.
A pesar de saber esto, muchos intelectuales, dirigentes partidistas, diputados y personas en funciones de interinato, se dan a la tarea de señalar a quienes osan criticarlos, incurren en la desfachatez de vincular a quienes son crÃticos con aquellos que si han destruido a Venezuela.
En primera instancia, se puede pensar que no hay nada por lo cual molestarse, a fin de cuentas, esos que señalan y que exigen moderación también están ejerciendo su libertad de expresión. Pero, – y este es un gran pero – se trata de personas que ejercen cargos públicos y que pretenden ocupar las más altas responsabilidades en la administración pública.
Quienes pretenden imponer el pensamiento único dentro de las filas de quienes adversan al chavismo, no solo están emulando aquello que dicen combatir, sino que también están dando muestras de cómo será su proceder cuando tengan el poder.
¿Las ideas de la libertad son polÃticamente incorrectas?
Por si fuera poco, pareciera que quienes están fuera de lugar son aquellos que promueven la aplicación de la justicia a los que han saqueado al paÃs, la privatización de las empresas otrora expropiadas, la contralorÃa a todo el que sea nombrado en un cargo público y la cooperación con organizaciones internacionales y otros Estados para la solución de los problemas del paÃs.
Quienes están en el ojo público, debido a las posiciones polÃticas que ocupan, no pierden el tiempo para dejar ver si afinidad por la misma corriente de pensamiento que propició la destrucción de las instituciones de Venezuela. Y, al mismo tiempo, atacar a quienes han asumido públicamente posiciones a favor del gobierno limitado y el libre mercado.
El debate de la opinión publica ya superó la denuncia al chavismo, ahora se centra en el futuro, ¿se quiere más colectivismo o se quiere libertad?
Esa lucha apenas empieza y no se puede perder, porque lo que hoy son pretensiones de corrección polÃtica en redes sociales o medios de comunicación tradicionales, mañana será una perpetuación de la censura por parte de las instituciones públicas, unas que no serán tan fáciles de combatir y denunciar por estar ungidas del heroÃsmo al haber desplazado a quienes hoy comandan la tiranÃa.
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