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El liberalismo y la polarización

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En sus inicios, el liberalismo podría haber sido visto como una filosofía política de izquierdas, hoy en día como una de derechas. Si hay algo claro, es que comparte visiones, y grandes enemigos, con ambos bandos. El sesgo en favor de un único bando, anteponiéndolo de forma absoluta sobre el otro, solo se ha prestado para alimentar la polarización dentro del liberalismo. Perjudicando así el debate racional sobre la libertad.


Brayan Corredor

Estudiante de Arquitectura | Coordinador Local EsLibertad


El liberalismo no está definido por un bando político en concreto 

A lo largo de la historia, el pensamiento liberal ha sido usado tanto por denominados izquierdistas (progresistas) como derechistas (conservadores), desde movimientos que luchaban contra monarcas y reyes en busca de instituciones democrática y sociedades más libres y abiertas, hasta lo que somos hoy en día, vanguardistas en muchas libertades que, tanto izquierda como derecha, insisten en rechazar en muchas ocasiones. Si algo no cambio a lo largo de la historia, es ese único principio que nos hace liberales, defender la libertad más que cualquier otro.

Hoy en día, es más común ver esa relación tóxica/posesiva con la derecha, por nuestra férrea defensa al libre mercado. Lo cual podría tener sentido si fuésemos una ideología económica, pero no, el liberal no defiende un modelo económico, sino una filosofía política. Que parte desde nuestra admiración por la libertad, la lucha por la igualdad ante la ley y el explotar al máximo —limitando al poder Estatal— aquello que nos hace únicos y diversos, nuestra individualidad. Todo esto genera dicho modelo económico, así como el resto de libertades que no siempre suelen ser apoyadas por la misma derecha, al igual que las propias libertades económicas.

Una filosofía política alejada del dogmatismo y la polarización

La derecha e izquierda tienen aspectos muy definidos y marcados, no solo a nivel teórico desde su surgimiento en la revolución francesa —donde si bien han experimentado cambios a lo largo de la historia, hay puntos claves que no han cambiado, como el tradicionalismo por un lado y el progresismo por el otro—, sino también en la práctica. Donde este último, a pesar de ser tan relativo en muchas ocasiones, sigue manteniendo patrones de identidad. Si hay algo que estos dos bandos tienen en común, es guardar en su seno —dependiendo de su ideología y extremadura— grandes rasgos de autoritarismo y colectivismo que, dentro del liberalismo, sólo se han prestado para mantener posturas sectarias y sesgadas. Es poco digerible ver a un liberal que considere que el enemigo único de la libertad es la izquierda, convirtiéndose en un abanderado del anti-comunismo/socialismo/socialdemocracia e incluso el socioliberalismo, que abraza al conservadurismo y el nacionalismo… 

Al final, como toda filosofía política, el liberalismo no puede observarse de forma dogmática y cerrada, sino con apertura, por la profundidad que requiere hablar de las libertades o de la libertad en general. Si bien hay un cúmulo de ideas base, y un sentimiento favorable por la individualidad y la diversidad, que nos hace liberales, no todos los liberales pensamos exactamente igual, e incluso habrá quienes rocen más o menos con otras ideologías. Y, al final, ¿qué define a una ideología o filosofía política/económica, si no es el que tanta libertad defiende, en qué aspectos y de qué forma lo hace? Nos guste o no, podemos tener similitudes con aquellos mismos que, a su vez, defienden valores autoritarios y colectivistas. Por ello, asumir posturas cerradas y sesgadas en favor de un bando único —como derecha o izquierda—, puede causar que ignoremos las similitudes aún mayores con aquel que obviamos por su bando político. Nuestra lucha primordial es contra el colectivismo y el autoritarismo, en favor de la libertad. No obstante, esta no es una lucha de blanco y negro, sino de múltiples grises en medio y a sus alrededores, saber valorar esto es un paso importante para observar bien al aliado y aún mejor al adversario.

El centro como refugio liberal

El liberal es liberal, y su postura de total inhibición hacia la derecha e izquierda, no debiera cambiar. No obstante, el uso de gráficos como el Nolan o similares, no son tan comunes en el debate político, donde asumir una postura lineal entre izquierda/centro/derecha, resulta relevante al momento de identificarnos. Por ello, alejado de la identidad tan marcada de la derecha e izquierda, el centro es el refugio idóneo para cualquier liberal. Ya no solo por lo anterior dicho, sino porque, las ideologías más moderadas y liberales (socio-liberales, neoconservadores, conservadurismo liberal, socialdemócratas, etc.) se concentran en su entorno, así como las más autoritarias y colectivistas (nacionalismo, socialismo, conservadurismo, y comunismo)  a sus extremos. 

El centro es un punto blanco con una identidad flexible que, al momento de debatir racionalmente sobre la libertad, no se presta para tergiversaciones o sesgos en favor de un bando único (izquierda/derecha), y que nos aporta aquella apertura tan necesaria a la hora de enfrentar el monstruo de la polarización, siendo punto clave para fungir como puente. Y es que, la falsa dicotomía del: ‘’si no estás conmigo, estás contra mí’’ de la lucha política, no es algo a lo que los adeptos al liberalismo puedan escapar tan fácilmente. 

Esta publicación expresa únicamente la opinión del autor y no necesariamente representa la posición de Students For Liberty Inc. En el Blog EsLibertad estamos comprometidos con la defensa de la libertad de expresión y la promoción del debate de las ideas. Pueden escribirnos al correo [email protected] para conocer más de esta iniciativa.

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