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El lado oscuro del neo-liberalismo

En las últimas semanas, se han intensificado las múltiples embestidas en contra del modelo neoliberal que supuestamente impera en el país y en otras partes del continente, y nos tiene en los estándares de pobreza y subdesarrollo. Estas encrucijadas no son nuevas en las protestas callejeras, lo inquietante se encuentra en que la desinformación y confusión en relación al lado desconocido (oscuro) del concepto aludido en este escrito este presente a nivel académico y en toda la clase política.


Martín Eliseo Durán Fuentes

Estudiante de Enseñanza Media, Alumni Fundación para el Progreso de Chile y Blogger de Students for Liberty


En la muy muy lejana galaxia de Star Wars, en los primeros tiempos del Imperio Galáctico, reinaba el terror de la tiranía de Darth Sidious, quien había acabado con la república, los jedis (defensores de la libertad), el gobierno limitado y el libre mercado interplanetario en su pretensión de imponer ante todos un mismo código de normas dictatoriales. Consustancial al Emperador, en el universo de Harry Potter, existía un mago llamado Lord Voldemort. Era tal el terror que producía su nombre, que la comunidad mágica lo aludía como el que no debe ser nombrado. Incluso sus seguidores se referían a él como el señor tenebroso.

Análogos a estos villanos y con una misma percepción, se suele describir a los neoliberales. Sobre las cosas que uno escucha sobre este sistema o aquellos que se relacionan a él, uno podría esperar que hasta los mortífagos les tendrían miedo, o que el propio Voldemort siempre haya sido neoliberal. Pero lo que no está claro es qué es este relato epopéyico que no logra huir de ningún análisis histórico, político o económico.

¿Quiénes son estos individuos con los que Ricardo López Murphy bromea que asusta a sus nietos diciéndoles si no se portan bien, voy a llamar a los neoliberales?, enfatizando que recibir aquella etiqueta es terrible. En Chile se relaciona esta doctrina económica con las reformas realizadas durante el régimen militar de Augusto Pinochet, en donde ocuparon el cargo de ministro de Hacienda mayoritariamente egresados de la Universidad de Chicago, los llamados Chicago Boys durante los años setenta y ochenta.

Es común ver durante las jornadas de protesta en diversas ciudades de Chile carteles o consignas como el neoliberalismo de la dictadura fracasó y que es tiempo de optar por una vía más estatista y maximalista. A raíz de una conversación que tuve con mi abuelo, surge la intención de hacer una revisión del concepto neoliberalismo, exponiendo brevemente su historia y malentendida difusión.

Conviene recordar que, en el año 1937 el periodista y pensador estadounidense Walter Lippmann resaltó debido a la publicación de su libro The Good Society, en donde compartía sus reflexiones sobre la Gran Depresión y la delicada posición del liberalismo a nivel internacional. Al año siguiente, se reúne con un grupo de economistas y pensadores a debatir ideas en París. Dentro de las figuras que participaron en el Coloquio Walter Lippmann se encontraban Ludwig von Mises, Friedrich von Hayek, Alexander Rüstow y Wilhelm Röpke.

Aquella reunión habría sido algo dificultosa, debido a que poco se habían puesto de acuerdo en los debates que se suscitaron. De todas formas, lo más importante es que en este encuentro se habría acuñado el término neoliberalismo. Que había sido propuesto como una estrategia para darle un nuevo impulso a las ideas de la libertad. Ideas que habían perdido presencia por un contexto internacional que estaba sujeto por el socialismo soviético y el fascismo.

Posteriormente, el concepto volvería a aparecer auspiciado por unos economistas alemanes de la Escuela de Freiburg, los ya mencionados Rüstow y Röpkey. Ellos participaron en la composición de nuevas corrientes como la economía social de mercado y el ordo liberalismo. Este último propuso soluciones a los problemas del periodo entreguerras, oponiéndose a Hitler y a otras ideas extremistas que circulaban en Alemania, planteando un liberalismo más conservador y cristiano, en palabras de Röpkey.

Una economía en base a ese pensamiento sería lo más liberal posible, pero en un marco de intervención social que garantice un Estado Benefactor y en especial, estabilidad en las débiles instituciones alemanas. Esta línea de pensamiento, denomina justamente neoliberalismo, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, comienza a practicarse tanto en la Alemania Federal como en buena parte de Europa Occidental.

Fuera de este contexto, el concepto prácticamente no existía, ya que no se utilizaría al menos por un par de décadas más. Es curioso de hecho, que la reaparición del término no venía de un pensador o académico que quería fortificar las ideas de Rüstow o alguna propuesta semejante, es más, luego de él y sus pares, nadie más ha vuelto a denominarse neoliberal. Su retorno es en los años ochenta y noventa, y es utilizado como una etiqueta que engloba a un grupo de ideas con algún tinte capitalista.

Y la normalización de esta noción en círculos académicos relaciona al neoliberalismo con Milton Friedman, Friedrich Hayek, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Consenso de Washington, austeridad fiscal, privatizaciones y en varios casos, al corporativismo y mercantilismo. En cuanto a sus figuras políticas, se asocia a Margaret Thatcher, Ronald Reagan, Carlos Menem, Enrique Peña Nieto, Mariano Rajoy y más recientemente a, Sebastián Piñera, Mauricio Macri, Donald Trump, Jair Bolsonaro o hasta Emmanuel Macron.

Sin mucho esfuerzo, si uno se detiene, se puede apreciar que este término presenta muchas incoherencias porque se relacionan ideas, conceptos y personajes que solo presentan algún rasgo común o directamente son contradictorios, muchos críticos del neoliberalismo son expertos en utilizar las falsas equivalencias, que son por supuesto, un tipo de falacia argumentativa. Un ejemplo son las declaraciones de líderes que integran el famoso Foro de São Paulo, como si se tratara de la Orden del Fénix, de lo que para ellos es este mal que amenaza con sumergirnos en las tinieblas del lado oscuro.

En 2002, Hugo Chávez diría con absoluta inmoderaemmación que el neoliberalismo es el camino al infierno, en 2015 Evo Morales sostuvo que el neoliberalismo es el responsable de los problemas en Bolivia, en México, por su parte, el en aquel entonces candidato y actual presidente Manuel López Obrador llegó a afirmar en 2014 que el país estaba podrido como producto de treinta años de neoliberalismo, sistema que, según él, generaba esclavitud y debía de ser superado. Mientras que, en 2013, Rafael Correa pronunciaba con fervor que en Ecuador no iba a permitir ningún tipo de neoliberalismo.

En Chile, en 2014, el senador de la colación gobernante de Michelle Bachelet Jaime Quintana aseguraba que iba que poner una retroexcavadora porque había que destruir los cimientos anquilosados del neoliberalismo de la dictadura. Cristina Fernández no queda fuera del Concejo que debe repeler la oscura maldad de aquel sistema sith, justificando uno de sus tantos programas asistencialistas, en este caso para estudiantes, declaró que esos chicos son los hijos del neoliberalismo. Son los chicos cuyos padres no tenían trabajo o lo perdieron, o no fueron educados en la cultura del trabajo y necesitan de la presencia del Estado para salir adelante.

Referencias como estas se encuentran por montones a diario en el discurso político y académico de la región. Y muchas veces se toma una medida gubernamental particular y se clasifica como exclusivamente neoliberal. Ni el socialismo ni el liberalismo se pueden reducir a un par de medidas puntuales. Se requiere de un análisis más profundo y completo para realizar argumentaciones como las de los buenistas que se encuentran en las calles de Chile o de académicos y políticos latinoamericanos.

La simpleza del término neoliberal hace que prácticamente se pueda asociar con cualquier tipo de gobierno o figura política. Por otro lado, son muy frecuentes las tergiversaciones sobre los conceptos más básicos del liberalismo clásico, se construye un nuestro neoliberalismo cuyos preceptos son en realidad antagónicos al liberalismo, siendo uno de los más simples de destacar se encuentra el corporativismo.

El tildar a los neoliberales de ser defensores de los grandes empresarios, las élites corporativas mediante acuerdos y negocios estatales que los beneficien, cuando el liberalismo criticó firmemente estas medidas, demuestra la poca seriedad con la se utiliza esta palabra. Otras veces se habla del consumismo salvaje al que nos ha sometido el neoliberalismo, cuando en realidad, la tradición liberal insiste en que no es el consumo sino el ahorro el factor determinante para el crecimiento económico.

Son los liberales (libertarios) los primeros que desean fomentar más conciencia sobre el cuidado de nuestro dinero y la importancia del ahorro. Siendo un poco más críticos, podría afirmar que el Banco Mundial y el FMI, lejos de representar la ortodoxia liberal, fueron el fruto de una resolución entre John Maynard Keynes y Harry Dexter White, quien era director del Departamento del Tesoro en Estados Unidos y además comunista y espía de la Unión Soviética.

Ludwig von Mises ya había escrito críticas a este tipo de organismos en 1944 y de igual manera la Reserva Federal y los Bancos Centrales, lejos de ser inventos liberales, ya habían sido denunciados por estos desde sus comienzos. Aunque hay que aclarar de que no hay un consenso en las escuelas liberales sobre estos temas monetarios y existen posturas más simpatizantes hacia estas entidades. También se debe denunciar los casos de manipulación deliberada, hechos por quienes se oponen a la libertad, anteriormente citados.

Conciliando algunas conclusiones, en primer lugar, neoliberalismo es un término inútil y carente de rigor, teniendo sentido solamente en casos excepcionales para referirse a eventos históricos muy específicos. En segundo lugar, el uso del concepto demuestra una gran desinformación y confusión sobre qué es el liberalismo, sus principios y sus diferentes perspectivas que existen en su análisis político y económico. En tercer lugar, este término es utilizado reiteradamente como una trampa retórica para desacreditar, menospreciar y simplificar al liberalismo.

Y finalmente, el debate es muy positivo, siempre y cuando predomine la voluntad de ser lo más riguroso posible y dejar las trampas de lado, cosa que no se está haciendo ni América Latina ni en el mundo.


Esta publicación expresa únicamente la opinión del autor y no necesariamente representa la posición de Students For Liberty Inc. En el Blog EsLibertad estamos comprometidos con la defensa de la libertad de expresión y la promoción del debate de las ideas. Pueden escribirnos al correo [email protected] para conocer más de esta iniciativa.

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